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MP Prueba el Land Rover
Abril 1964 |
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Este auto tiene una resistencia extraordinaria,
¿pero podría el ama de casa sentir satisfacción al
conducir el mejo vehículo para safaris que se fabrica hoy? |
Por Ed Nelson |
SI, AL MOVERSE a lo largo de una autopista, le
gustaría soñar que transita usted a través del Sahara
o de una selva de la América Central, pruebe el Land Rover.
Después de todo, es el vehículo
de norma para safaris. Dice su fabricante británico que también
lo utilizan 26 diferentes ejércitos y que se encuentra hoy diseminado
a través de 157 países. Alega él que el Land Rover
es el mejor automóvil de mando en las cuatro ruedas que hay en el
mundo y, basándonos en nuestra propia experiencia, diríamos
que sería muy difícil contradecir esto. También declara
que es el auto más adaptable del mundo, y posiblemente tenga toda
la razón. Las montañas
de Connecticut no son altas, pero se encuentran muy cerca las una de las
otras e incluyen un gran número de pendientes, por lo que fue allí
donde Mecánica Popular decidió someter a prueba el Land Rover.
Nos entregaron un modelo de gran distancia entre ejes (2,76 metros) , con
carrocería de camioneta rural, el cual condujimos a lo largo de una
"trocha" cubierta de rocas y zanjas. No obstante las enormes tensiones
impuestas, no se produjeron chirridos ni en la carrocería ni en el
bastidor. Nos pareció que, del bastidor para arriba, el vehículo
se mostró totalmente ajeno a las torturas a que lo sometimos. Sólo
la acción de los rígidos muelles permitió mantener
un contacto continuo con el suelo.
Algunas de las pendientes eran muy agudas, por lo que no fue posible iniciar
su ascenso con el auto moviéndose a una velocidad moderada. Pero
aún con un comienzo lento, hubiéramos podido subir esas cuestas
con el mando conectado sólo a dos ruedas y la transmisión
en alta. Al moverse en Baja o Segunda (relaciones generales de 16:1 y 11:1),
da la sensación de disponer de tal potencia que se olvida uno de
que aún queda más fuerza que aprovechar. Cuando se acuerda
uno de esto, puede contar con toda esa potencia adicional de inmediato.
Ninguna Atención al
Estilo En este auto de
trabajo no se ha prestado atención alguna al estilo. Pocos son los
adornos superfluos, ya que nadie ha tratado de embellecer el Rover. Por
ejemplo, no hay la más ligera traza de cromo en el interior o el
exterior. En vez, las molduras y las defensas se hallan galvanizadas. Hasta
la parrilla es de gruesa malla de alambre galvanizado.
La marcha, claro está, es algo parecida a la de un camión,
con rebotes similares a los de los vehículos con una distancia entre
ejes más corta. Pero el Land Rover da la sensación de ser
extraordinariamente potente tanto al conductor como a los pasajeros. Aún
en medio del conglomerado tránsito de la ciudad de Nueva York, se
siente uno como el más poderoso de todos los conductores. Y sus guardafangos
de recia apariencia desaniman a los que quieren salirse de su pista para
echarlo a uno hacia un lado en el camino.
El asiento es sorprendentemente cómodo. Los respaldos son bastante
bajos y los resortes de los cojines son muy profundos. Sin embargo, estos
resortes actúan en combinación con la dura suspensión
en tal forma que nunca da uno contra el fondo ni salta tampoco del asiento.
Pero convendría que tuviera cinturones de seguridad.
La posición de manejo es cómoda. El ángulo del manubrio
es similar al de los autos de pasajeros, y su posición también
es conveniente. Sin embargo, el interior parece haber sido diseñado
para personas muy corpulentas. El asiento de banco en sí ofrece espacio
para tres personas, tal como se alega. Pero los controles están diseminados
de tal forma que el conductor necesita dos de estos lugares, por lo que
un pasajero central tendría que ser un contorsionista o carecer de
piernas. Los pedales se hallan colocados contra la pared izquierda y la
palanca de cambios se encuentra en el centro mismo del piso. En Tercera
o Alta, hasta puede incomodar al pasajero de la derecha. El motor está
situado bien hacia atrás, por lo que el tabique que lo rodea llega
casi al borde del tablero de instrumentos. Y en un sector oculto del tabique
contrafuego, bien hacia la derecha, se encuentra el botón de arranque.
Esto resulta ideal en los vehículos con el manubrio en el lado derecho,
pero no es adecuado para los Estados Unidos, por ejemplo.
La combinación de estrangulador y acelerador, llamada el control
de arranque en frío, está conectada a un detector de calor
en el cabezal. Cuando el enfriador y el motor alcanzan la temperatura de
funcionamiento, se prende una luz de advertencia de color ámbar en
el tablero para indicar que ya no se necesita el estrangulador. |
Los caminos más accidentados y cenagosos no constituyen
obstáculo alguno. La parrilla y los faros delanteros están
embutidos entre los guardafangos cuadrados, bien protegidos |
El conjunto de instrumentos se encuentra centrado, tanto
en los modelos del Rover en que manubrio está en el lado derecho,
como en aquellos en que se halla en el lado izquierdo |
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Máxima Economía de Espacio
¿Y qué tal es la carrocería?
Pues es estrictamente funcional. Las ventanillas laterales se deslizan de
atrás para adelante, con objeto de poder utilizar puertas y paredes
más delgadas. Las manijas de las puertas, tanto adentro como afuera,
están dentro de rebajos para que no sobresalgan. Se aprovecha al
máximo todo el espacio disponible en el vehículo, el cual
mide en metros 4,44 de largo, 1,62 de ancho y 2,05 de alto. Los escalones
fuera de las puertas se pliegan hacia arriba para que no estorben, pero
cuestan 48 dólares adicionales, y realmente no son imprescindibles.
La fuerza del motor de cuatro cilindros
y 2,28 litros de desplazamiento (con una potencia de 77 caballos de 4250
r.p.m.) proviene de un juego de relaciones de engranajes que bien podrían
aprovecharse en un tractor; pero, claro está, contribuyen aun gran
aumento en el consumo de combustible. La larga camioneta rural (cuatro puertas)
que sometimos a prueba desarrolló un kilometraje de 5,5 k.p.l. durante
un recorrido de más de 1400 kilómetros, el cual incluyó
casi un día entero de manejo en caminos accidentados y varios días
en el tránsito de la ciudad de Nueva York.
Estas mismas relaciones -de 2,996:1
en Baja, 1,148:1 en Alta y 4,7 en el eje trasero-producen en la carretera
ciertos chirridos que podrían ser molestos. Sin embargo, el Land
Rover desarrolla velocidades de viaje de 115 kp.h. sin dificultad alguna.
El diseño básico ofrece
una excelente visibilidad, especialmente hacia adelante. Pero la montura
del neumático de repuesto en la parte superior del capó, por
la cual muchos dueños pagan 6 dólares adicionales, entorpece
la visibilidad en la parte delantera derecha. Conviene más colocar
el neumatico de repuesto a la izquierda, sobre la puerta trasera.
Es posible que la bocina tenga un sonido
débil para no asustar a los animales de la selva, pero no surte mucho
efecto en las calles de Nueva York. Sin embargo, la forma del auto en sí,
que denota fuerza y solidez, llama grandemente la atención.
Para la Familia
En vista de todas las ventajas que
ofrece el Land Rover como vehículo para regiones agrestes, cabe preguntar
si serviría como auto de familia. No hay duda de que constituye un
buen medio de transporte. Particularmente como camioneta, ofrece espacio
suficiente para transportar a los niños de la escuela a la casa y
viceversa, y hasta los más traviesos de ellos no podrían causar
daño alguno al interior. Hay espacio para dos adultos y un niño
en la parte delantera, para tres adultos en el centro, y para dos adultos
de tamaño normal o cuatro niños en la parte trasera. El auto
también es lo bastante cómodo para viajes cortos. Sería
verdaderamente ventajoso en una playa.
Pero es posible que al sexo débil
no les agrade la idea de doblar el cuerpo para mover la larga palanca de
cambios. Hasta aprender a conectar el estrangulador (cosa difícil
para las mujeres) , podrían rasparse los nudillos de las manos. Con
un mando en las ruedas delanteras solamente (equipo de norma) el círculo
de viraje es ancho, pero la dirección manual de relación variable
resulta pesada. |
Fuente: Revista Mecánica Popular - Volumen 34 - Abril
1964 - Número 4 |
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