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Después del beep, deje un mensaje. ¿Cree que es
nuevo? ¡Piense otra vez!
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Presente:
Existe una tendencia mundial a acortar nombres largos a sólo dos
o tres sílabas. El automóvil es "auto", el televisor es
"TV", el facsímil es "fax".
Así que me pregunto por qué no se ha creado un nombre
más pequeño para "máquina contestadora".
Hoy día, las máquinas contestadoras son tan comunes como
los teléfonos, pero nunca se ha acortado el nombre de la
combinación de ambos. Los manuales de instrucciones las llaman
TADs, que son las siglas en inglés para Dispositivo para
Contestación Telefónica.
Tal vez necesitemos que transcurra más tiempo para que surja un
diminutivo apropiado. Después de todo, aunque muchos poseemos
una máquina contestadora, sólo han existido durante los
últimos 15 años. ¿O no?
Pasado:
¿Cree que es nuevo? ¡Piense otra vez! "Llamadas
telefónicas registradas por dispositivo telegráfico",
así rezaba un encabezado del ejemplar de agosto de 1919 de
Popular Mechanics. Esta máquina podía registrar hasta 60
mensajes para que, "si deja la oficina o el hogar por algunas horas, no
tenga que preguntarse si sonó en teléfono."
La mayoría de las llamadas telefónicas en aquel entonces
eran conectadas por un operador. En este sistema, si no se
respondía a la llamada, el operador la transfería a un
telegrafista, que escribía el mensaje. Un receptor compacto
integrado al teléfono receptor imprimía puntos y guiones
en una cinta de teleimpresor.
¿Por qué no triunfó una idea tan sencilla? Una
desventaja obvia era que el receptor debía conocer el
código Morse. Otra era que el operador debía saber
qué suscriptores tenían receptores en sus casas, a menos
de que se encontraran en todos los hogares, la cual sin duda era una
perspectiva bastante improbable. ¿Quién pagaría el
servicio? ¿El que llamaba? ¿La compañía
telefónica?
Otro antecesor de la contestadora fue presentado en el ejemplar de mayo
de 1924 de PM. Operaba de una manera semejante a la versión
moderna. Un mensaje entrante podía registrarse en una grabadora,
informándole, por ejemplo, que "El señor Fulano de Tal ha
salido, ¿Podría darme su mensaje?" El receptor
telefónico estaba colocado "sobre un agujero de contacto" que
registraba el mensaje entrante sobre un cilindro.
Como el dispositivo requería que el teléfono estuviera
descolgado, PM señalaba que un "sistema automático en la
bocina regula la apertura y cierre del circuito, en lugar de colgar el
receptor". La máquina estaba equipada con un contador que
indicaba cuántas llamadas se habían recibido. "Cuando el
propietario regrese, un vistazo al dial le indicará si ha
recibido alguna llamada."
El artículo de 1924 destaca un incentivo para que los usuarios
telefónicos recurrieran al equipo. "En las grandes ciudades, se
cree que ahorrará considerables cantidades de dinero a las
grandes compañías."
Este dispositivo tampoco tuvo éxito. La primera máquina
contestadora comercialmente viable, que pesaba 5 kilos, fue el Modelo
400 de Phonemate. Presentada en 1971, la máquina podía
almacenar 20 mensajes -de 30 segundos cada uno- en una cinta de
carrete. Pero transcurriría más tiempo antes de que los
equipos se volvieran comunes.
Tal vez pasen más años antes de que aparezca un diminuto
apropiado. Muchos de nosotros decimos "la máquina", pero en
muchos casos no lo son, cuando un programa de computadora reemplaza a
la cinta. Está bien. Todavía decimos "descolgar" y
"marcar el número", aunque los discos en los teléfonos
son tan comunes como, bueno, los receptores telegráficos.
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Fuente: Revista Mecánica
Popular - Volumen 51 - Abril 1998 - Número 4 |
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