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Estás leyendo parte de la revista de Julio de 1959
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EL LANZAMIENTO de un cohete hacia el planeta Marte debe efectuarse al
amanecer; pero habría que hacerlo al anochecer si va destinado a
Venus. No puede negarse que esto suena un tanto arbitrario. "En
un viaje de millones de kilómetros", me decía uno de
mis amigos el otro día. "¿qué diferencia puede
haber en lanzarlo por la noche, a la hora del almuerzo, o cuando sea?"
En realidad, la hora tiene gran importancia. Se puede ver en el diagrama
que si un cohete se dispara al amanecer, su velocidad se suma a la de la
Tierra y, entonces, avanza en el espacio con dirección a Marte. |
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Sin embargo, a medida que el cohete se aleja, la atracción ejercida
por el Sol retarda su marcha hasta que ésta coincide, finalmente,
con la velocidad de Marte. En estas condiciones, es posible acercarse a
dicho planeta y efectuar un "aterrizaje suave". Anotamos a continuación
las cifras de las velocidades durante el curso de la operación: El
movimiento de traslación de la Tierra alrededor del Sol es de 29,8
kilómetros por segundos; el cohete se dispara a 11,3 kilómetros
por segundo, con referencia a la Tierra. Esto significa que su velocidad
inicial alrededor del Sol es de 41 kilómetros por segundo. Debido
a la atracción del Sol, comienza a disminuir la velocidad del cohete
hasta reducirse a unos 24,1 kilómetros por segundo (velocidad orbital
alrededor del Sol) .En estas condiciones, se producirá el acercamiento
a Marte, cuya velocidad de traslación es también de 24,1 kilómetros
por segundo.
Si deseamos lanzarlo hacia Venus, habría que efectuar el disparo
al anochecer, a fin de que la velocidad del cohete sea en sentido opuesto
a la de la Tierra, y la resultante sea la diferencia entre ambas. El cohete,
lanzado a 11,3 kilómetros por segundo, con relación a la Tierra,
cuenta con la velocidad suficiente para vencer la atracción de nuestro
planeta; pero no lo bastante para mantenerse en la misma órbita de
la Tierra, en su movimiento de traslación alrededor del Sol. Esto
se debe a que la velocidad del cohete, en términos- de su desplazamiento
orbital, es sólo de 29,8 menos 11,3 o sea de 18,5 kilómetros
por segundo. Por lo tanto, comenzaría a aproximarse al centro del
sistema solar, con el consiguiente aumento de velocidad-tal como ocurre
con un objeto que cae hacia la Tierra-y, en su avance a velocidad creciente,
podría acercarse a Venus a unos 34,9 kilómetros por segundo,
que es la velocidad orbital de este planeta. En estas condiciones, también
se podría efectuar un aterrizaje suave, como en el caso de Marte,
y llevar a cabo las explicaciones consiguientes. |
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Si el plan consiste en convertir el cohete en un satélite de Venus
(en vez de efectuar un aterrizaje, o pasar únicamente por sus cercanías)
, es necesario que la última sección del cohete sea más
grande. La razón de esto es que se necesita transportar cierta cantidad
de combustible para rectificar la trayectoria del cohete a fin de que ingrese
en la órbita deseada. El mejor método sería que el
cohete se aproxime a Venus a gran velocidad (pero sin que siga un curso
que lo conduzca directamente hacia la gigantesca masa solar), entonces,
producir el chorro retropulsor en el sentido de avance. Con esto, se disminuiría
la velocidad del cohete, y quedaría establecida su órbita
alrededor del planeta. |
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Como puede verse, es muy difícil y complicado dotar de un satélite
a Venus o Marte; pero el problema se simplifica cuando se decide que un
cuerpo dé vueltas alrededor del Sol, a semejanza de un planeta. El
campo de gravitación del Sol es tan enorme que, a la postre, atraerá
a su esfera de acción a cualquier proyectil que se escape de la atracción
de la Tierra. Por supuesto, es muy posible que la trayectoria que siga el
proyectil vaya en dirección al Sol, y caiga dentro de éste;
pero en caso de lograrse que el proyectil dé vueltas en torno del
astro diurno, se convierte en un planeta. Como es sabido, el hombre ya ha
logrado realizar, más de una vez, esta hazaña. Al pie de esta
'página aparece un diagrama en que se muestran las trayectorias del
Mechta y del Pioneer.
PREGUNTA: ¿Es verdad que los viajes espaciales serán imposibles
a causa de las zonas de radiación letal? -J .R., Evanston, Illinois.
RESPUESTA: No es imposible, pero plantean un serio problema. Hay dos zonas
importantes de radiación alrededor del Ecuador; pero, en las regiones
situadas sobre ambos polos magnéticos, la intensidad de las radiaciones
es mucho menor. Por consiguiente, la solución estribaría en
despegar de uno de los polos. En caso de hacerlo en cualquier otro punto,
habría que atravesar a gran velocidad las zonas de radiación,
para reducir aun tiempo mínimo la acción de dichos rayos.
Desarrollando gran velocidad, es posible reducir considerablemente el peligro. |
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Fuente: Revista Mecánica Popular - Volumen 25 - Julio
1959 - Número 1 |
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