|
Estás leyendo parte de la revista de Noviembre de 1958
|
Recomienda este artículo a un amigo
|
|
Cualquiera puede ser inventor |
Por John c. Green |
DIRECTOR DE LA OFICINA DE SERVICIOS TECNICOS Y DIRECTOR EJECUTOR
DEL CONCEJO NACIONAL DE INVENTORES, DEPARTAMENTO DE COMERCIO DE EE.UU. |
|
ES TAN GENERAL la idea de que los inventos sólo
se hacen en laboratorios provistos de cuantiosos fondos, donde una serie
de jóvenes de mentes geniales trabajan en estrecha cooperación,
que muchas personas de singular imaginación e inventiva renuncian
a la idea de emplear sus dotes creativas en un estudio que los conduzca
al descubrimiento de algo importante. Por supuesto, la educación
y la experiencia son necesarias; pero es un hecho que no se pueden crear
genios inventivos mediante donaciones para becas. La invención de
la rueda fué un acontecimiento ocurrido miles de años antes
de la fundación del Instituto Tecnológico de Massachusetts.
La educación formal de Thomas Edison consistió en asistir,
durante tres meses, a una escuela pública de Port Huron, Michigan.
Es también
un error suponer que un gran invento es el resultado de grandes gastos.
Hace algunos años, un distinguido astrónomo de los Estados
Unidos recibió una subvención otorgada por el Congreso, con
el fin de que hallase la forma de medir con mayor exactitud la velocidad
de la luz. Mientras él se hallaba dedicado a las investigaciones
del asunto, un joven profesor de Annapolis, llamado Albert A. Michelson,
registró la velocidad de la luz con precisión asombrosa. No
había recibido ayuda económica de ninguna clase, ni tampoco
la necesitaba. Todo lo que gastó para idear y construir el aparato
que utilizó fué 10 dólares.
En los 18 años pasados, o sea desde que fui nombrado director ejecutor
del Concejo Nacional de Inventores, he examinado miles de descripciones
de inventos que pudieran haber sido útiles para los cuerpos armados.
Siempre me he maravillado del número de ideas inteligentes y útiles
enviadas por personas sin experiencia en el campo de la técnica,
y sin título de ninguna clase.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de los EE. UU .invirtió
millones de dólares para que los hombres de ciencia idearan y construyeran
un nuevo tipo de espoleta de proximidad, que es un dispositivo que hace
estallar una bomba o proyectil cuando se halla acierta distancia del blanco.
Al fin y al cabo, se consiguió inventar la espoleta; pero el hecho
constituía un secreto y, por lo tanto, no sabíamos nada en
el Concejo de Inventores.
Posteriormente, un joven de 18 años se presentó en Concejo
con el diseño y los componentes de una espoleta de proximidad. Cuando
lo llevé a la oficina correspondiente, un miembro del Comité
de Investigaciones para la Defensa Nacional me condujo aun lado, y me dijo
realmente asombrado: "!Es similar a la que estamos probando!"
El Concejo de Inventores
no tramita los inventos. Todo lo que hace es examinarlos para determinar
si pueden ser útiles para algunas de las ramas de las fuerzas armadas,
y luego las remite al lugar indicado. Muchos de los problemas más
importantes relacionados con la defensa nacional no tienen nada que ver
con cuestiones complicadas de ciencia, sino con asuntos cotidianos, tales
como la forma en que los soldados en el frente de batalla estén bien
abrigados, debidamente alimentados y sanos.
Hace algún tiempo, un soldado del Ejército nos escribió
una carta quejándose de que el fondo de los recipientes de la basura
tenía una superficie convexa, mientras que los raspadores usados
para extraer los residuos del fondo tenían el borde recto.
"¿Por qué
no hacer un raspador de curva entrante?" interrogaba al final, en una
mezcla de indignación y extrañeza muy comprensible, ya que
le' habían asignado esa clase de menesteres. Sin dilación
alguna, sometimos la idea al Ejército. El cuerpo de Administración
Militar acogió la idea con gran entusiasmo, y la puso en práctica.
Yo creo que casi cualquier
persona podría inventar algo si estuviera enterada de nuestras necesidades.
Arthur Maroth, que
fué primer ingeniero del Carnegie Hall, en Nueva York, inventó
una espita de quita y pon para tarros de pintura, a raíz de que su
esposa derramó accidentalmente esmalte en todo el piso. Muchas invenciones
habían sido inspiradas por quejas o accidentes en el hogar: Lavadoras
de platos, secadoras automáticas de ropa y mezcladoras eléctricas.
Un inventor, conocido mío, esta perfeccionando un dispositivo para
evitar que los eliminadores automáticos de basura magullen los cubiertos.
Comenzó su obra la noche en que su esposa dejó caer el cuchillo
de la mantequilla en el eliminador.
Bajo el acicate del llanto de una criatura; Walter Hunt, hace 100 años,
dobló un trozo de alambre e inventó el primer imperdible,
con lo cual evitó infinidad de contratiempos y contribuyó
a la tranquilidad del hogar. Todos poseemos la facultad de crear; pero es
necesario que percibamos los problemas que nos rodean.
Debido a la lectura de libros con fines edificantes, la mayoría supone
que los grandes inventores son personas extraordinarias, poseeadoras de
incomparables dotes morales y de habilidad excepcional. A decir verdad,
son individuos corrientes, dotados de paciencia, o laboriosidad e imaginación
extraordinarias. Muchos de ellos han sido terriblemente irascibles, descontentadizos
y ciertamente amantes de las comodidades.
Maroth dijo una vez a uno de sus operarios: "Si llega Ud. a enfadarse
con algo a tal extremo que se sienta impelido a desatarse en imprecaciones
o a propinarle puntapiés, significa que se halla al lumbral de la
invención.
Poco tiempo después, un vendedor de aspiradoras de polvo, se hallaba
haciendo una demostración en la casa del mencionado operario. El
aparato succionó una esquina de una alfombrilla, y resultó
imposible desprenderla.
En su afán de lograrlo, el vendedor derribó la mesita donde
se hallaba el teléfono, y, luego, se desató en imprecaciones.
Recordando la observación de Maroth acerca de la ira y la invención,
el operario despertó al día siguiente con la solución:
Una válvula de acción digital instalada en el asidero. En
el momento que la pieza de succión se adhiere a una alfombra, a una
cortina o a cualquiera otra cosa, con sólo hacer abrir la válvula
se desprende el objeto. Si bien parece elemental, debe recordarse que la
mayoría de los inventos lo son.
Cuando el capitán Eddie Rickenbacker se hallaba en el Pacífico,
a merced de las olas, después de haberse derribado el avión
en que iba, trato en vano de llamar la atención al piloto del avión
de salvamento. Hace poco, el mecánico de un garage de California
nos trajo un espejo pequeño para hacer señales, que había
ideado para los niños exploradores. Este artefacto hubiese librado
a Rickenbacker de una serie de penalidades, y ya ha salvado la vida a muchos
náufragos. Sirve para reflejar un haz de luz aun punto determinado,
aunque se halle a muchos kilómetros de distancia. En muchos casos
se podría dirigirlo a los ojos del piloto, si se trata de un avión,
o a los del vigía de un barco. El invento consiste en la aplicación
de un principio elemental de óptica que todo estudiante aprende en
el primer o segundo año de instrucción secundaria: "El
ángulo de incidencia es igual al ángulo de reflexión."
Uno de los hombres de ciencia del Concejo de Inventores examinó el
modelo, y no pudo menos de exclamar: "¡Parece mentira que no
se nos hubiera ocurrido a nosotros! ¡Se trata de una cosa tan simple!"
No se Requiere
Ser un Hombre de Ciencia
Un inventor no necesita haber tomado cursos profundos de ciencia. Hedy Lamarr,
la actriz de cine, inventó un torpedo dirigido. Josef Hofmann, un
pianista de conciertos, contribuyó con algunos inventos relacionados
con la industria de pianos y de automovilismo; Leopold Godowsky, Jr., un
violinista (hijo del famoso pianista) , colaboró en la invención
de la Kodachrome. Solía probar las fórmulas en la tina de
su casa. El Concejo
de inventores ha preparado una lista demás de 380 problemas técnicos
relacionados con la defensa, los cuales exigen solución inmediata.
El profano no podría ni siquiera comprender muchos de ellos; pero,
en general, los conocimientos científicos no son esenciales en la
mayoría de los casos. Existen infinidad de principios y leyes que
aún no se han descubierto, pero debemos tener en cuenta que el mundo
está lleno de inquietos e imaginativos Newtons, sobre cuyas cabezas
algún día puede caer la manzana de la inspiración.
Hay en el mundo, y
hasta en el hogar mismo, infinidad de cosas que conocemo)s y aun usamos
con frecuencia. Sise nos ocurre la combinación de dos o más
de ellas, podemos obtener algo nuevo y útil. Hace poco, a un joven
instructor del Instituto Tecnológico de Massachusetts se le ocurrió
combinar la hoja de un cuchillo y un anillo, y dotó con un nuevo
instrumento a los especialistas del corazón. Se trata del escalpelo
para manejarse con un dedo. El que inventó la laringe eléctrica,
gracias a la cual puede hablar una persona con las cuerdas vocales dañadas,
concibió la idea mientras se afeitaba la garganta con una maquinita
eléctrica. Observó que el sonido de la rasuradora variaba
ligeramente al formular, sin emitirlas, palabras con los labios. No hay
duda que infinidad de personas se habían dado cuenta de dicho fenómeno;
pero el inventor lo relacionó con los infortunados que carecen del
don de la palabra.
La idea para un invento puede obtenerse de donde menos podría esperarse.
Fué un encendedor de bolsillo lo que sugirió a Rudolf Diesel,
el gran inventor alemán, la idea para crear el primer motor de encendido
por compresión. Vivien Kellens, fabricante de Connecticut, solucionó
el problema de levantar los resbaladizos proyectiles de artillería,
mediante un artefacto de acero que era la copia de un juguete japonés
denominado agarradedos. Al principio, ella aplicó el artefacto a
los extremos de los cables, a fin de tirarlos a través de conductos.
Se había dado cuenta del problema en su propia casa, al ver las serias
dificultades en que se vieron dos electricistas al pasar unos alambres nuevos
de un lado a otro de la pared. El don de adaptar algo para una función
diferente es una característica de la mente creadora.
No es razonable aferrarse a una sola idea. Una vez planteado un problema,
trate de encontrar el mayor número posible de soluciones. Como en
todo lo demás existen muchos ardides en la actividad creadora. Por
ejemplo, cierta vez, un joven le dijo lo siguiente al Dr. Willis Rodney
Whitney, fundador del laboratorio de investigaciones dé la General
Electric: "Si
Ud. pudiera ayudarme a encontrar un procedimiento para eliminar la tinta
de los periódicos viejos, ganaría un millón de dólares.
No existe ningún disolvente conocido para la tinta que se usa hoy
día."
"Pues cambie la tinta," repuso Whitney. "Si no puede resolver
un problema cambie los postulados del problema."
Aprenda a desmenuzar un problema antes de comenzar a buscar la solución.
Cuando se ve frente aun problema complejo, Ud. Encuentra de inmediato algunas
de las so-luciones. Por lo tanto, debe concentrarse en las partes o aspectos
obscuros. Desafortunadamente, son muy pocas las oportunidades que ofrece
el programa de estudios típicos, en una escuela superior, para ejercitar
a los alumnos en este sentido. Hasta los ingenieros graduados se muestran
algunas veces perplejos cuando se les encomienda un trabajo original en
la industria o en una rama del gobierno.
David L. Purdy, que se halla a cargo del adiestramiento de los ingenieros
durante su primer año en la General Electric, nos ha dicho cuál
es la deficiencia principal de sus nuevos empleados, que acaban de graduarse.
Carencia de
Originalidad
"No tienen la menor idea de cómo abordar un problema que requiere
inventiva," manifiesta Purdy. "Si Ud. le dice a uno de ellos que
haga algunos cálculos rutinarios, no tendrá dificultades.
Después de todo, lo que hace es repetir lo que ha hecho en la escuela.
Pero si le pide a ese mismo ingeniero que idee un sistema para que haya
circulación de aire en el refrigerador, regresará después
de uno o dos días, y le preguntará: ¿Como sugiere Ud.
que podría hacerse? ¿Con un ventilador?'"
Purdy se encogió de hombros. "Lo peor del caso es que nosotros
tampoco lo sabemos, y si lo hemos empleado a él, es justamente para
que nos lo diga."
Parte de esta inhabilidad para traspasar las fronteras de las esferas conocidas,
y arriesgarse dentro de lo inexplorado se debe, en parte, al temor de cometer
errores. Aunque es verdad que los profesores y la mayor parte de los jefes
miran con malos ojos el que se cometan errores con frecuencia, cualquier
inventor confiesa que yerra 100 veces por cada una que acierta. Es la única
forma de poder dar con algo nuevo. Sin embargo, el temor de equivocarse
no es el único obstáculo que existe. Parece que muchos jóvenes
no se sienten inclinados a mostrar lo que saben, o no se dan cuenta exacta
de sus posibilidades.
Se Extingue el Afán Indagatorio
Por razones que ignoro, está desapareciendo el espíritu de
investigación en la juventud de los EE.UU. El hecho es tan evidente,
que tanto la industria como el gobierno se ven obligados a ofrecer a sus
empleados la oportunidad de asistir a "seminarios creativos."
Estos no pasan de ser reuniones en que se trata de fortalecer la confianza
personal, convenciendo a las personas de mente aletargada que una de las
características inherentes del ser racional es el don de la imaginación.
Si en este artículo
he dado la impresión de que no creo en la eficacia de los estudios
superiores, me apresuro a manifestar que no es así. Sería
extraordinario, por ejemplo, que una persona que no haya estudiado física
nuclear avanzada pueda dedicarse a investigaciones atómicas. No obstante,
la falta de educación formal no constituye un obstáculo a
los impulsos creadores de una persona. Los conocimientos son algo así
como el combustible de una imaginación creadora, y pueden adquirirse
en muchas formas: Mediante una educación formal, escuchando a personas
ilustradas, por medio de experimentos, o leyendo. Después de todo,
en todas partes existen bibliotecas.
El presidente del Concejo de Inventores, Dr. Charles F. Kettering, de la
General Motors, observó en cierta oportunidad que un invento es el
resultado de la combinación de ingenio y de materiales. Mientras
mayor es el ingenio que se aplica, menor es la cantidad de materiales que
se necesitan. |
Fuente: Revista Mecánica Popular - Volumen 23 -
Noviembre 1958 - Número 5
|
|
|