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Estás leyendo parte de la revista de Mayo de 1999
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El silencio es oro
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Por Tobey Grumet |
He conocido músicos que
pasan horas soplando cornos, rasgando cuerdas o golpeando tambores -y
claro que no se concentran en los niveles de ruido que producen. Yo
tampoco lo haría si tuviera el talento y la
vocación para tocar un instrumento.
Por lo tanto, he aquí el dilema:
¿dónde practicar sin molestar a otros? De hecho,
a menos de que tenga suficiente dinero para rentar un estudio o adaptar
una habitación de su casa para que sea a prueba de ruido,
encontrar este espacio puede resultar todo un reto. Aun así,
es muy importante si desea conservar una buena relación con
los vecinos, en particular si apenas comienza y todavía no
domina el concepto de melodía.
Para aliviar un poco esta situación, Yamaha ha
diseñado una línea de instrumentos "silenciosos"
que pueden convertir la práctica en casa en una experiencia
fresca y pacífica, gracias a audífonos.
Yamaha ya ofrece el Violín Silencioso y el Tambor
Silencioso, y ahora desea lanzar una variedad mayor de sonidos. Si
quiere emocionarse, revise el Chelo Eléctrico Silencioso o
el Estudio Personal de Metales Silenciosos, compuesto por trompeta,
trombón, corno francés, flautín, tuba
tenor y tuba.
Música en la cabeza
Lo que vuelve únicos a estos instrumentos es la
integración de audífonos. Ofrecen intimidad
completa y le permiten tocar donde quiera. Éste
podría ser un sueño vuelto realidad para usted y
para sus vecinos.
Veamos primero el Chelo Silencioso, que apenas pesa 3.3 kg. El
instrumento utiliza un recolector de alta calidad, conectado a un
procesador de efectos internos que se encarga de percibir la
vibración de las cuerdas. Todo esto reemplaza la tradicional
cavidad de amplificación interna de un chelo real. Es
impulsado por dos baterías AA o por energía
eléctrica, lo que prefiera, y coloca al sonido emitido por
el chelo en un espacio acústico similar al de una sala de
conciertos o al de un estudio. Puede escucharlo a través de
los audífonos. El chelo también incluye una
entrada auxiliar, y puede conectarse a un reproductor de CD o a un
reproductor de cintas para practicar con material pregrabado. Y si
quiere que otros escuchen su música, puede conectarlo a un
amplificador o sistema PA para interpretaciones en vivo. El
violín Silencioso recurre a la misma tecnología.
Prefiera el metal
Los instrumentos antes mencionados que conforman el Estudio Personal de
Metales Silencioso cuentan con una sordina que, a su vez, incluye un
micrófono condensador integrado. También
incorporan un centro de procesamiento electrónico y un juego
de audífonos. Estas innovaciones reducen el volumen externo
a una milésima del nivel normal. Para escuchar,
sólo conecte los audífonos en alguna de las dos
entradas que se encuentran en el módulo de control, el cual
se localiza en la parte de los instrumentos.
Las sordinas empleadas en los instrumentos metálicos
también ayudan mucho al intérprete porque
éste nunca percibirá bloqueos en la salida de
aire del instrumento. Esto se llama soplo libre y aumenta la calidad
del sonido.
El pequeño módulo de control recibe conexiones de
audio por medio de entradas de 0.31 cm (1/8") y le permiten efectuar
cualquier combinación sonora con otros instrumentos de la
línea y un estéreo, un creador de secuencias en
formato MIDI, un reproductor portátil de CD o un reproductor
de cintas.
Y el precio es...
Encontrará estos instrumentos silenciosos con su vendedor de
productos Yamaha. El chelo se ofrece por U.S. $2,495, mientras que los
instrumentos metálicos se venden a U.S. $299 por la
trompeta, U.S. $329 por el trombón y el corno
francés, U.S. $369 por la tuba tenor y U.S. $499 por la tuba.
La idea de instrumentos silenciosos electrónicos resulta muy
buena para cualquiera que se encuentre en el negocio de la
música. Pero, ¿y los niños cuyos
padres los obligan a aprender a tocar algún instrumento?
Recuerdo muchas tardes en que tocaba la flauta hasta cansarme. Cuando
me detenía, escuchaba las voces de mis padres a
través de la puerta, preguntándome por
qué no estaba practicando. Su hubiese tenido este sistema,
¡no habría aprendido ni una nota! |
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Fuente: Revista Mecánica
Popular - Volumen 52 - Mayo 1999 - Número 5 |
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