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¿Vale la pena patentar SU INVENTO?
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Por FRANK M.
BUTRICK
Ilustraciones: DAVID HARBAUG |
A VECES, LAS
PATENTES, A PESAR DE QUE SE SUPONEN QUE PROTEGEN LOS INVENTOS DE UNO,
NO SIRVEN DE NADA. ES NECESARIO TENER EN CUENTA LAS CIRCUNSTANCIAS, EN
CADA CASO, AL DETERMINAR EL VALOR REAL DE LAS MISMAS. UN EXPERTO LA
MATERIA EXPLICA LOS PROBLEMAS QUE PUEDEN PRESENTARSE |
En 1960, un
ingenioso habitante de la ciudad de Cleveland, Estados Unidos,
inventó y patentó un dispositivo para colocar
guías en máquinas herramientas. Cuando se le
concedió una patente para amparar su invento
inició la manufactura y venta de éste.
La unidad no constituyó un éxito financiero, pero
su concepto básico llamó grandemente la
atención de los que lo vieron -tanto así que al
cabo de unos cuantos años ya tenía el inventor
tres competidores fabricando copias de su producto. Dos de ellos eran
firmas pequeñas, como la del dueño de la patente,
pero el tercero era una compañía grande y
poderosa.
Se logró poner fin a las actividades del primer competidor
con un par de cartas amenazantes escritas por el abogado del inventor,
Hubo que demandar al segundo. E dueño de la patente
gastó más de 3000dólares sin siquiera
llegar a un juzgado. El infractor pudo probar que había
obtenido una ganancia inferior a los 1000 dólares, por lo
que el dueño de la patente se conformó con
recibir 1500 dólares, perdiendo así dinero. Pero,
cuando se enfrentó a la compañía
grande, sus dificultades fueron mayores. Se dio por vencido cuando sus
gastos de abogados pasaron de los 5000 dólares, sin tampoco
llegar su caso a un juzgado.
Irónicamente, lo que no sabia ninguno de ellos
era que el invento había
aparecido en una de las ediciones de 1949 de la revista The
Tool Engineer. No sólo esto, sino
que en dos ediciones
subsiguientes de esta publicación otros lectores
habían presentado mejoras de la idea dada a
conocer originalmente.
En breve, el invento patentado por el hombre de
Cleveland ya había sido publicado antes en tres ocasiones.
Asó pues, no obstante el
tiempo. el dinero y los esfuerzos que invirtieron
las tres firmas, la patente no servía de nada.
¿Vale la pena sacar una patente? Pues si
-SI (con mayúsculas) los
únicos infractores son firmas más
pequeñas que le de uno, con menos dinero para
asuntos legales. SI se ha gastado una buena suma
de dinero en una
detallada búsqueda de patentes
domésticas anteriores. SI también se ha
efectuado una búsqueda minuciosa entre patentes
extranjeras. Y SI alguien ha pasado el tiempo suficiente en
una biblioteca bien dotada para tener la seguridad de que la idea que
se quiere patentar no ha aparecido antes en ninguno
de los miles y miles de libros técnicos,
documentos, revistas y publicaciones industriales y comerciales
que existen o han existido.
O, considerando todo desde otro punto de vista, SI el inventor se halla
bastante seguro de que sus competidores potenciales no
están dispuestos a realizar una búsqueda tan
minuciosa como él.
Parte del procedimiento para obtener
una patente es llevar a cabo esta
búsqueda de que hablamos. Por lo general se
encargan de esto los llamados abogados de patentes para tener la
seguridad de que no se ha concedido antes una patente
similar. Los particulares y las industrias gestan grandes
sumas de dinero en estas búsquedas.
Cada uno de ellos asume que, cuando se le otorga la patente
Correspondiente, tiene la autorización para fabricar el
producto descrito e impedir que otros lo fabriquen.
¿Pero qué valor real tiene una patente
semejante? Aparentemente solo los juzgados los que deciden esto
(después de costosos litigios), ya que una patente carece de
toda validez si infringe ciertas prohibiciones:
1) La idea no debe ser un mero ejercicio de conocimientos comunes de
ingeniería.
2) La idea no debe consistir en la substitución de
materiales, componentes o dispositivos viejos por versiones nuevas.
3) No debe ser una mera ampliación de un dispositivo
anterior.
4) Debe ofrecer más que un cambio en la forma, las
proporciones, el grado o el arreglo -especialmente cuando el
dispositivo no incluye ningún nuevo principio o
función.
5) No debe consistir en una mera unificación o
multiplicación de piezas, ni en una conversión de
fuerza manual a fuerza motriz para que se mueva
automáticamente, ni tampoco en una versión de
algo ya existente pero con un número mayor o menor de piezas
o funciones, etc.
En breve, sólo una búsqueda detallada entre
patentes anteriores proporciona la seguridad de que una patente dada
sea válida -y hay que determinar esto en un juzgado.
Para cumplir con la ley, el inventor debe hacer lo siguiente:
1) Estar seguro de que la idea no ha sido conocida ni usada por otros.
2) Efectuar una búsqueda minuciosa entre las patentes
domésticas y las patentes del extranjero también.
3) Realizar una búsqueda en todas las publicaciones
pertinentes tanto del país como del extranjero.
Cuando un abogado de patentes realiza una búsqueda
semejante, ¿con qué minuciosidad loa lleva a
cabo? Sin querer ofender a los abogados, hay que reconocer que deben
actuar de manera que obtengan ganancias sin cobrar sumas que parezcan
exorbitantes a los clientes. Por lo tanto, el abogado de patentes se ve
obligado a hacer lo mismo que hacen los buenos hombres de negocios:
mantenerse en una línea que permita obtener los mejores
resultados posibles para el cliente sin que le cueste demasiado a
éste.
En breve, una búsqueda común y corriente
probablemente hacen salir a la lus una docena o menos de patentes
anteriores. Gran parte de esta búsqueda superficial se lleva
a cabo en circunstancias adversas -con prisas y por personas que pueden
tener amplios conocimientos técnicos, pero que carecen de
conocimientos profundos sobre los conceptos científicos o de
ingeniería que supone el invento.
Más aun, las búsquedas por lo general se remontan
a sólo unos cuantos años anteriores. Incluyen por
lo menos un examen de las patentes todavía en vigencia, pero
pocos son los que se engañan creyendo que una
búsqueda semejante puede incluir todas las patentes posibles
que se han concedido en todos los países del mundo a
través de toda la historia moderna. En resumidas cuentas,
las búsquedas de patentes son tan incompletas que no tienen
valor alguno.
No hay que olvidad que las patentes concedidas en los Estados Unidos ya
están alcanzando la ifra de 4 millones y que en unos 10
países extranjeros esta cifra ya llega a 1.5 millones o
más. Muchas de estas patentes extranjeras son duplicados,
pero el número total de patentes concedidas a
través del mundo llega a aproximadamente 20
millones. Efectuando una búsqueda minuciosa
podría excederse de la vigencia de 17 años de una
patente.
Hoy día hay muchos nuevos campos de actividades. No obstante
ser nuevos, sin embargo, muchos de los problemas son muy antiguos.
Puede tratarse del nuevo campo aeroespacial, pero es posible que la
patente sea para un seguro mecánico o un sello aprueba de
presiones o un dispositivo de sincronización. Hace cien
años ya se estaban solucionando problemas como
éstos -y otorgándose patentes para amparar esas
soluciones. No puede uno esperar que un abogado de patentes se remonte
a aquellos tiempos en su búsqueda.
En cuanto a patentes extranjeras, hay que asumir que no se hace
ningún intento por examinar las patentes concedidas en el
exterior. No se sabe si una idea ya ha surgido antes en Londres,
Hamburgo o Viena hace tres o treinta años, ya que no se le
paga al abogado de patentes para realizar una búsqueda
semejante. Pero basta que el invento de uno infrinja los derechos de un
competidor para que éste presente una demanda judicial de
inmediato.
Y en cuanto a la publicación anterior de una idea semejante,
esto sí que es un verdadero lío. No hay forma
práctica de averiguar si ha aparecido una idea semejante al
invento de uno en cualquiera de las miles de publicaciones
técnicas, comerciales, industriales, etc. que existen a
través del mundo. En los Estados Unidos, estas publicaciones
alcanzan ahora un total de 2300, según se calcula. Por lo
tanto, no vale la pena perder tiempo sometiendo tanta
publicación a un examen minucioso, aun cuando en todas las
bibliotecas probablemente existen pruebas de que el invento de un no
tiene nada de original. Cada biblioteca oculta una bomba de
explosión retardada.
Todo lo cual nos hace llegar a la conclusión de que
sería relativamente fácil invalidar cualquier
patente de un competidor. Prepare usted una caja de merienda y
diríjase a la biblioteca pública más
cercana. Tome un montón de viejas publicaciones relacionadas
con el invento y comience a buscar.
Le tomará días y hasta semanas, pero son tan
pocas las ideas verdaderamente originales que surgen, que es muy
probable que descubra usted que alguien se adelantó a su
competidor muchos años antes. Lleve el resultado de su
búsqueda a un buen abogado y probablemente podrá
él comprobar ante un jurado que la patente de su competidor
carece de validez.
Una patente constituye un atractivo adorno cuando se enmarca y cuelga
de una pared en la oficina. Pero su valor práctico es casi
inexistente. Si la patente ha sido otorgada a una de las 500
compañías más grandes del
país, entonces sí puede tener validez,
simplemente porque esa compañía cuenta con el
dinero suficiente para defenderla legalmente. Pero si el
dueño de la patente no es una firma poderosa
-particularmente si la patente supone algo que se puede producir con
buenas ganancias, siendo atractivo para las firmas de gran
tamaño -el inventor cauteloso deberá asegurarse
de obtener un cuñado que sea abogado.
Las patentes pueden ser muy divertidas -pero nadie debe tomarlas muy en
serio. |
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Fuente: Revista Mecánica
Popular - Volumen 49 - Septiembre 1971 - Número 3 |
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