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Insectos en Marte
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Por John Toon |
Una de las formas más
antiguas de volar -el aleteo de los insectos- podría
ser la base para un nuevo tipo de vuelo robotizado
diseñado para explorar un áspero mundo: el
planeta Marte.
La delgada atmósfera
marciana, compuesta principalmente por
bióxido de carbono y que carece del
oxígeno necesario para la combustión,
está prohibida para las aeronaves convencionales y
los helicópteros. Para complicar más el
reto, hay limitaciones para el posicionamiento de vehículos
aéreos
sobre la superficie de Marte.
Pero las alas del entomóptero, un insecto
mecánico patentado y capaz de volar a buenas
velocidades y de desplazarse en la superficie por medio de sus patas,
sería ideal para enfrentar las demandas de la
exploración de Marte.
Un grupo de investigadores, entre ellos ingenieros del
Tecnológico de Georgia, están
realizando un estudio de factibilidad para saber si algún
día una flotilla de entomópteros a gran escala
podría explorar el planeta rojo.
“Marte es un lugar muy difícil para un
vehículo aéreo convencional”,
dice Anthony Colozza, coordinador del estudio en su calidad
de investigador del Instituto Aeroespacial Ohio. "El concepto del
entomóptero es una
novedad porque vuelve amigable al ambiente de
Marte.” Pronostica la exploración de ese
planeta por medio de una flotilla de entomópteros
que despegarán y aterrizarán en
vehículos con ruedas que les servirán
como bases de reabastecimiento y apoyo mientras recopilan
información científica.
En ese escenario, los entomópteros estudiarían la
superficie desde una altitud menor a los 10 m.
tomarían muestras de la atmósfera,
buscarían minerales y levantarían muestras de la
superficie, mientras que el carrito lo enviaría hacia las
zonas de mayor interés. A pesar de que sólo
podrán alejarse uno o dos kilómetros del
vehículo, los entomópteros evadirá
cañones, rocas y otros elementos capaces de parar a un
vehículo con ruedas.
El concepto del entomóptero se origino en el GTRI, con el
interés militar de poseer vehículos
aéreos que cupieran en la palma de una mano y que exploraran
subrepticiamente algunos búnkers subterráneos. De
acuerdo con ese perfil, un entomóptero de 50 gramos y alas
de 15 cm podría volar dentro de ductos de
ventilación y, gracias a unas patas similares a las de los
insectos, caminar por pasajes y puertas entreabiertas. El desarrollo de
esa versión sigue adelante, en paralelo con la
versión de Marte.
En la década pasada, los científicos comenzaron a
entender cómo los insectos utilizan sus alas para colar. Es
un fenómeno que, se cree, involucra la formación
de torbellinos debajo de las alas para multiplicar la
potencia de elevación.
Sus alas también les dan características
únicas para aterrizar y despegar, así como para
cambiar de dirección rápidamente y planear. A
diferencia de los aviones, que tienen que mover su cuerpo
completo a gran velocidad para elevarse. los insectos sólo
tienen que mover sus alas con rapidez. Eso puede resultar muy
práctico para buscar néctar, pero
también para volar en Marte.
En el caso de los aviones, el sistema usa aire comprimido que
es liberado por válvulas para controlar la
dirección y el aumento de elevación
sobre las alas. En el del entomópteros, los gases
quemados por su motor -una máquina de intercambio
químico- sustituiría al aire comprimido
en las funciones de multiplicación de elevamiento y control.
El motor químico no necesita oxígeno para mover
las alas. Michelson y su equipo ya crearon tres prototipos
que hacen la vez de los músculos de las alas.
Buscan patentar su modelo -que es
capaz de generar movimiento a 70 ciclos por segundo
con la potencia suficiente para volar.
La compleja aerodinámica de las alas es
actualmente el mayor reto para el futuro del
entomóptero. "Uno de los mayores desafíos
que enfrentamos es resolver la
aerodinámica de las alas", explica Michelson. "Es una
materia muy importante. La firme aerodinámica de las
alas fijas está muy bien entendida e incluso
el control de los flujos activos ya es comprensible. Pero
hablamos de un control neumático de flujos sobre
un ala aleteadora. Nunca se ha trabajado en eso.”
Si los estudios de factibilidad resultan positivos, el siguiente paso
consistirá en convencer a los centros de
investigación de la NASA para que tomen el proyecto e
inviertan lo necesario para desarrollar esta
tecnología. |
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Fuente: Revista Mecánica
Popular - Volumen 55 - Febrero 2002 - Número 2 |
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