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Estás leyendo parte de la revista de Noviembre de 1956
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UNA DE LAS REVELACIONES más importantes del mundo
científico en los últimos años es el informe de la
Academia Nacional de Ciencias sobre los efectos a largo plazo de la radiación.
El informe no se ocupa tanto del peligro de un gran dosis de radiación
en el organismo, como del efecto gradual en la especie humana, en un período
de varios siglos.
Por lo dicho, se desprende que el peligro
es de orden genético. La radiactividad natural siempre ha tenido
efectos en la evolución. Los rayos cósmicos y otras radiaciones
de orden natural pueden producir alteraciones en los genes de un individuo,
y, en consecuencia, sus descendientes constituirían desviaciones
con respecto a su propio tipo. Dichos genes alterados, o que han sufrido
mutaciones, pasarán inevitablemente de generación a generación.
Esto significa que se establecería un rumbo inexorable, ya que el
gen alterado nunca retoma al tipo original. Es en esta forma como las mutaciones
afectan gradualmente el curso de la evolución.
Los hombres de ciencia que redactaron
el informe se hallan alarmados por el enorme aumento de radiación
que se producirá a medida que aumenten más y más el
número de reactores, con el consiguiente incremento en el número
de mutaciones. No predicen que la humanidad estará constituida por
engendros o monstruos; pero prevén la posibilidad de una lenta degeneración
del ser humano a través de muchos siglos: menor resistencia a las
enfermedades, un porcentaje más alto de mortalidad, decrecimiento
en la natalidad, y un aumento en los factores hereditarios de índole
perjudicial. Tales podrían ser las características de la edad
atómica. Enfocado el asunto desde un punto de vista estrictamente
egoísta, no tenemos por qué preocuparnos del problema; pero
es posible que las víctimas sean nuestros descendientes.
Los hombres de ciencia recomiendan
que los rayos X empleados en medicina se reduzcan a un mínimo. Esto
es importante especialmente hasta la edad de 40 años, ya que las
nueve décimas partes de las niños que nacen en los Estados
Unidos, por ejemplo, descienden de padres menores de 40 años. Sugieren
también que se establezca un sistema para llevar un registro individual
de las exposiciones a la radiación, a fin de tener la seguridad de
que los rayos X y la radiación acumulada por el organismo no alcancen
el punto crítico que produzca mutaciones en sus genes.
Según los hombres de ciencia
del Laboratorio de Investigación Naval, los árboles, el césped
y las plantas sometidas a cultivo extraen del aire las partículas
radiactivas. Todavía no se sabe si esta depuración natural
es beneficiosa o dañina para el hombre.
Los experimentos muestran que las partículas
radiactivas se fijan en las pequeñas fibras de las plantas y permanecen
ahí.
Este fenómeno plantea un dilema,
ante el cual se halla perpleja la ciencia. Si bien se sabe que cualquier
eliminación de la radiactividad de la atmósfera es beneficiosa
para la humanidad, no importa lo insignificante que sea, es posible que
las plantas comestibles que absorban la radiactividad de la atmósfera
la retengan al consumirse como alimentos.
En el Laboratorio de Ciencia de Los
Alamos se ha anunciado un descubrimiento muy importante. Los hombres de
ciencia han detectado el neutrino, o sea una partícula atómica
cuya existencia se considera desde hace
más de 20 años; pero que no había podido identificarse
hasta la fecha.
Los neutrinos tienen tal poder de penetración
que atraviesan a través de billones de kilómetros de substancias
sólidas.
En 1955, EE.UU. tenía 29 reactores
generadores y de experimentación, y el resto del mundo 16. En el
año 1960 este país tendrá 91 reactores, y 81 los otros
países.
La persona que aparece en la foto sostiene
en las manos el equivalente, en energía, a 400 toneladas de carbón.
Se trata de un elemento que cuesta 4000 dólares, y contiene 145 gramos
de U-235. Se instalará este otoño en el Reactor Nuclear Ford,
de la Universidad de Michigan. Con este reactor se van a efectuar investigaciones
sobre el empleo de la energía atómica para la vida civil. |
Fuente: Revista Mecánica Popular - Volumen 19 - Noviembre
1956 - Número 5 |
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