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Empleo de la Energía Volcánica - Junio 1957
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Con el oído y el olfato se
percibe la proximidad de Wairakel mucho antes de haber llegado. El
aliento sulfuroso de los antros infernales flota en los pintorescos
valles de las tierras altas del norte de Nueva Zelandia.
Procede de los centenares de bullentes huecos de cieno, de pozos que
arrojan sin cesar bocanadas de vapor, y de las profundas grietas que
surcan la llanura por donde corre el río Waikato. En ese lugar
donde unos 40 géiseres formados por el hombre lanzan blancos
chorros de vapor a cientos metros de altura y a través del
calcinado suelo del valle. La tierra tiembla y se oye un ruido
ensordecedor.
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Fuente: Revista Mecánica
Popular - Volumen 20 - Junio 1957 - Número 6 |
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