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Oficina Portátil - Julio 1994
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Imagine tener un agente personal
propio: alguien que a nuestro nombre interactuara con el mundo. Ese
agente se ocuparía de todas esas tareas pequeñas que,
definitivamente, consumen demasiado tiempo. El agente iría a
comprar ropa nueva, alimentos, obtener las entradas para la
función de teatro de esa noche, hacer los preparativos del viaje
de negocios de mañana e incluso ocuparse de las transacciones
financieras. Y, desde luego, el agente recibiría con diligencia
los mensajes de los amigos y asociados de negocio.
Mientras todos estos trabajos son ejecutados, el interesado ni siquiera
ha tenido que sudar. Cuando más, habrá tenido que elegir
uno o dos artículos, asumiendo que se trata de algo que no puede
ser entregado ni enviado por correo.
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Fuente: Revista Mecánica
Popular - Volumen 47 - Julio 1994 - Número 7 |
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