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Vuelo en ala delta - Octubre 1998
Cuentan que Dédalo y su hijo Ícaro, atrapados dentro del Laberinto que el primero había construido para el rey Minos, se enfrentaban a pasar una aburrida eternidad a menos de que idearan una forma para salir de la trampa. Para lograrlo, aún así, necesitarían alas. Y eso hicieron: utilizando las plumas que las aves dejaban caer y uniéndolas con cera, ambos se remontaron hacia el cielo y dejaron el Laberinto detrás de ellos. Por supuesto, Ícaro se acercó demasiado al Sol y descubrió por qué muchas personas afirman que el hombre fue creado para permanecer en tierra, pero esa es otra historia.
Desde su origen, el ser humano ha querido volar. Muchas leyendas, como la historia de Dédalo e Ícaro, lo atestiguan. Se dice que los chinos utilizaban cometas para espiar a sus enemigos por encima de las murallas, y las mitologías están llenas de impresionantes criaturas voladoras. Y si bien con el paso de los siglos el hombre consiguió elevarse, siempre ha conservado la inquietud de volar sin ser transportado en el interior de un avión, helicóptero o dirigible. Desea sentir el viento contra el rostro y controlar su propia dirección sin tener que recurrir a un equipo que no sea su propio cuerpo.
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Vuelo en ala delta - Octubre 1998 Vuelo en ala delta - Octubre 1998

Fuente: Revista Mecánica Popular - Volumen 51 - Octubre 1998 - Número 10


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Idea original de Mi Mecánica Popular por: Ricardo Cabrera Oettinghaus