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Estás leyendo parte de la revista de Marzo de 1961
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ALGUNOS DE LOS satélites lanzados por los Estados Unidos son los
precursores de un sistema mundial de comunicaciones; pero esta aseveración
plantea la necesidad de aclarar ciertos puntos.
Cuando se lanza un gran globo Eco, no se trata de establecer un eficaz sistema
de comunicaciones en el espacio. El satélite denominado Eco no es
otra cosa que lo que su nombre indica, o sea un cuerpo para reflejar las
ondas de los mensajes transmitidos desde una estación. Por esa razón
es de plástico aluminiado.
El Courier, en cambio, es un satélite que desempeña funciones
"activas" en las comunicaciones. Puede recibir mensajes, registrarlos
en cinta, y radiarlos a la Tierra en el momento que se quiera y al lugar
que se determine.
Sin embargo, debe reconocerse que el Eco encierra muy importantes posibilidades
para el futuro inmediato: Podría ser lanzado a la Luna y, gracias
a su enorme tamaño (20 veces más grande que el Courier), es
fácil seguirlo mediante telescopios en su recorrido hasta el astro
nocturno. No cabe duda que será emocionante y valioso contemplar
el viaje de una brillante esfera hasta la Luna.
El Courier posee un grado mucho mayor de permanencia, debido a que es rígido
y es lanzado como una esfera dura. Además, su fuente de energía
para las transmisiones es de gran duración, por la razón siguiente:
Contiene más de 19,000 fotocélulas, las cuales capturan la
luz solar y la transforman en la electricidad necesaria para recargar las
baterías. Estas, por supuesto, hacen funcionar los receptores, transmisores
y los grabadores de cinta.
Los satélites del tipo del Courier ofrecen la posibilidad de establecer
un nuevo sistema mundial de comunicaciones. Se podrán hacer transmisiones
de radio y de TV desde la Tierra hasta una serie de Couriers que se hallen
girando en torno nuestro, los cuales relevarán la información
a otros satélites, para que la envíen a las estaciones de
la Tierra. Estos satélites podrían, a su vez, recibir otros
mensajes de radio y de TV, y transmitirlos a otros Courier. Con un mínimo
de tres Couriers, que mantengan una separación de 120 grados, se
podrá alcanzar cualquier punto de la Tierra.
No obstante, para disponer de un adecuado sistema de comunicaciones que
abarque todo el planeta -que incluya programas de radio y de TV y transmisiones
del gobierno y de particulares-, se necesitará una serie de 50 Couriers,
por lo menos. Mientras las estaciones de la Tierra estén recibiendo
los mensajes o imágenes (fijas y animadas) conservados en el satélite,
efectuarán las retransmisiones al Courier, pero en diferente frecuencia
para evitar intransferencias, Cuando el satélite se halle a la vista
de cada estación terrestre, sus transmisiones serán muy copiosas.
Equivaldrán al volumen de informaciones efectuado por 20 teletipias
que funcionen continuamente a razón de 100 palabras por minuto.
Es probable que el más económico y prodigioso sistema de comunicaciones
que pueda concebirse, es uno que, según los planes, se hallará
listo para el año 1963: Consistirá en tres satélites
tipo Courier, provistos de repetidores activos, que darán vueltas
en torno de la Tierra en el plano ecuatorial, cada uno a 35.900 kilómetros
de altura. A esa altura los satélites tienen que avanzar a razón
de 11.000 kilómetros por hora, aproximadamente, Con esta velocidad,
cada satélite se mantendrá, todo el tiempo, situado sobre
su estación respectiva, pues es la misma que la velocidad de 'rotación
de la Tierra. Vendrá a ser algo así como tener tres postes
telefónicos de 35.900 kilómetros de altura, cada uno. Con
instalaciones tan sencillas -un satélite sobre Atenas, otro sobre
Tokio y el tercero sobre Houston- será posible abarcar casi todo
el planeta con una red telefónica, de TV y de teletipias. Sólo
quedarán excluidas las regiones polares; pero esto se remediaría
instalando en tierra sistemas reveladores especiales.
Una vez establecida esta red espacial, sería posible iniciar un sistema
telefónico de llamadas por disco, y algún día podría
completarse haciendo que en cada teléfono aparezca la imagen de la
persona con la cual se habla, No hay duda que el futuro nos reserva extraordinarias
sorpresas. |
Fuente: Revista Mecánica Popular - Volumen 28 -
Marzo 1961 - Número 3
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