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Estás leyendo parte de la revista de Noviembre de 1960
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El Dr. Wernher von Braun, que contribuyó a
la creación del cohete alemán V-2 en la segunda guerra mundial,
es ahora ciudadano de los EE. UU. Dirigió la producción del
proyectil balístico Júpiter C, y lanzó el satélite
Explorer I |
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EN LA NOCHE del histórico lanzamiento
del EXPLORADOR I -el satélite para observaciones científicas
del Ejército de los EE.UU.-me hallaba sentado en el Centro de Comunicaciones
del Pentágono, pendiente de las teletipias que informaban sin cesar
el desenvolvimiento de la cuenta descendente que se hacía en el Cabo
Cañaveral, Florida.
En unas grandes pantallas, aparecían los mensajes de las teletipias
que se afanaban en transmitir, sin rezagarse, los detalles de1a cuenta,
Uno de ellos comunicaba lo siguiente:
HUNTSVILLE, ABM-19,X-27 Y CUENTA EN LA ESTACION 2221. LOS CAMAROGRAFOS TIENEN
HASTA X-21 PARA TERMINAR SUS NOTAS Y ABANDONAR EL LUGAR. LOS OBSERVADORES
DICEN QUE EL PROYECTIL PRESENTA UNA MAGNIFICA VISTA BAJO LA LUZ DE LOS REFLECTORES.
LA INSTALACION DE SERVICIO RETROCEDE HACIA LA POSICION DE FUEGO.
Durante el lanzamiento del EXPLORADOR I, me hallaba en Washington, acompañado
del Dr. William Pickering, del Laboratorio de Propulsión de Reacción,
y del Dr. James A. Van Allen, de la Universidad del Estado de Iowa, con
el objeto de hacer declaraciones a la prensa en el momento oportuno. Nos
habían dicho que teníamos que esperar los resultados de la
operación en el Centro de Comunicaciones del Pentágono. De
este modo, si todo salía bien, nos sería fácil ir a
la Academia Nacional de Ciencias, a fin de ponernos a la disposición
de los reporteros, como también del personal encargado de los noticiarios
para el cine y la televisión. Esto explica que estuviera vestido
con un traje obscuro. Sin embargo, llevaba en el bolsillo gafas ahumadas,
pues había decidido escurrirme fuera del edificio y buscar refugio
en la obscuridad de un cine si la suerte no nos era propicia.
En el Laboratorio de Lanzamientos de Proyectiles, en el Cabo Cañaveral,
el general John Bruce Medaris, que ordenó la ejecución del
lanzamiento a pesar de los altos vientos durante dos días, seguía
con ansiedad la cuenta en un modesto edificio de hormigón de bajos
contornos.
La teletipia volvió a funcionar:
HUNTSVILLE, ABMA-20 AL "CLUSTER" (el aparato de gran velocidad,
destinado a impartir al satélite un movimiento giratorio de bala)
SE LE ESTA AUMENTANDO LA VELOCIAD DE GIRO. 370 RPM AHORA . . . 440 RPM .
. . 470 RPM . . . TODO VA BIEN. EL EDIFICIO DE HORMIGON ESTA COMPLETAMENTE
CERRADO,. LA CUENTA ES X-7 A LAS 2241 HORA DEL ESTE . . . X-6 A LAS 2242
. . . TODO FUNCIONA BIEN.
En el edificio de hormigón, Robert Moser se ciño más
los auriculares, echó una ojeada a la relación de la cuenta,
y ordenó que se encendieran las grabadoras en serie. Luego, revisó
la consola de control.
X-2 MINUTOS . . .
Una voz chirriante sonó en los auriculares de Moser: "¡Hay
una desviación en la aleta del chorro!"
Sólo faltaban 100 segundos cuando Moser habló, por el micrófono,
al Dr. Kurt Debus, jefe del Laboratorio de Disparos de Proyectiles. "¿Qué
debe hacerse?", preguntó.
Debus fijo la vista en la ventana. "No haga caso"; respondió.
Moser continuó la cuenta descendente.
MINUTO X-1 ..SE ESTAN TOMANDO LOS PESOS FINALES. LA HELICE CONTINUA GIRANDO
PERFECTAMENTE.
La teletipia aumentó de velocidad para no quedarse atrás.
A X-30, Moser comenzó a enumerar los segundos finales: "X-30,
20, 10, 9, 8, 7, 6, 5,4, 3, 2, 1- ¡Comando de Fuego!"
Una rugiente llamarada emergió del cohete. Se informa que ascendió
pesadamente y con sospechosa majestad, ganando velocidad a medida que se
elevaba hacia el cielo. Eran las 10.48 p.m., hora del Este.
En la calurosa y atiborrada sala de telecomunicaciones, la teletipia continuaba
informando que la primera sección se conducía perfectamente,
y que el cohete describía un suave arco hacia el Atlántico.
De acuerdo con los cálculos efectuados previamente, a los 155 segundos
cesó la fuerza propulsora de la primera sección. segundos
después, la sección de la proa se separaba del reforzador,
tal como se había planeado. Transcurrieron lentamente otros 90 segundos,
y la teletipia informó que el encendido de la segunda sección
era correcto. Un profundo silenció reinó por un minuto.
Escribí rápidamante un mensaje a lápiz, el cual apareció
en la pantalla:
WASHINGTON DA-5, MENSAJE OFICIAL DEL PROFESOR VON BRAUN PARA ABMA. ¿SE
ENCENDIEEON LAS SECCIONES TERCERA Y CUARTA? (Si hubiesen fallado las secciones
de alta velocidad, fracasaría el intento de establecer un satélite.)
HUNTSVILLE, ABMA-21, REF. DA-5 NO SE SABE AUN. SE LO COMUNICAREMOS TAN PRONTO
COMO SEA POSIBLE. EL GENERAL MEDARIS DICE QUE TOME USTED UNA TAZA DE CAFE,
QUE FUME UN CIGARRILLO Y NOS ACOMPAÑE EN LA INCERTIDUMBRE.
Poco después recibimos de Antigua la noticia de que se habían
captado claramente los dos transmisores del EXPLORADOR I a su paso por ese
lugar. La isla de Antigua se halla a unas 1300 millas marítimas hacia
el Sur del Cabo Cañaveral y, de acuerdo con el tiempo transcurrido
entre el encendido de la segunda sección y el paso por Antigua, se
podía deducir con bastante exactitud si la cuarta sección
llevaba la velocidad final adecuada para el éxito de la operación.
De acuerdo con el tiempo registrado entre el momento de disparar la segunda
sección y el paso por Antigua, el grupo encargado de evaluar las
cifras en Cañaveral, determinó que el EXPLORADOR I había
alcanzado la suficiente velocidad y, por lo tanto, debía suponerse
que había iniciado una órbita de 106 minutos. Esto, sin embargo,
no ofrecía la seguridad necesaria para cantar victoria. Para los
que nos hallábamos en la sala de comunicaciones del Pentágono,
esa información sólo indicaba el tiempo que deberíamos
esperar hasta recibir las noticias de California de que la sección
final había dado una vuelta alrededor del mundo.
Pues bien, después de pasar los 106 minutos calculados, no ocurrió
nada, y puedo asegurar que los ocho minutos adicionales que transcurrieron
hasta recibir el próximo mensaje, fueron los minutos más emocionantes
de mi vida.
Mientras el tiempo avanzaba lentamente, sin recibir nuevas de California,
nuestra angustia se iba tornando en desesperación. Como la sala estaba
llena de oficiales de alta graduación, tratábamos de disimular
nuestro pesimismo. Había que aparentar lo que no se sentía,
y sonreír y convencer a los demás de que todo marchaba perfectamente.
Bill Pickering se hallaba en comunicación a larga distancia con las
cuatro estaciones receptoras de California; pero ninguna había percibido
nada. Continuaron las cosas así por un tiempo que nos pareció
horas. Oí que Bill vociferaba por teléfono: "¿Por
qué diablos no puedes oir nada?"
Súbitamente, y cuando menos lo esperábamos, las cuatro estaciones
llamaron en el lapso de 30 segundos y comunicaron que hablan oído
claramente la señal. ¡Los Estados Unidos acababan de ingresar
en el campo de las operaciones espaciales! |
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Fuente: Revista Mecánica Popular - Volumen 27 -
Noviembre 1960 - Número 5
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