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Estás leyendo parte de la revista de Enero de 1985
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Si
bien es verdad que desde el punto de vista artístico los sellos de
América del Sur dejan mucho que desear, no es menos cierto que en
cuanto a temática o motivo que nos muestran han servido para dejar
patente nuestro amor por los símbolos patrios: bandera, himno, escudo,
héroes nacionales. Y ahora que no podemos regresar a escribir una
nueva historia postal, podemos sentirnos satisfechos de que filatelistas
en puntos geográficos ajenos a nuestra América estén
valorando los temas utilizados por nuestros países, exigiendo a los
propios menos pajaritos, florecitas y perritos. Nuestra lucha por la libertad
ahí está representada por Simón Bolívar, José
Martí, José de San Martín, El Cura Morelos, Bernardo
O'Higgins, El General Artigas y esas dos damas de América, Josefa
Ortiz y Policarpa Salavarrieta.
El Brasil fue la segunda nación
del mundo que emitió sellos engomados, sus famosos "Ojos de
buey", en 1843; Bolívar, un Departamento de Colombia, produjo
el sello más pequeño del mundo en su primera emisión,
en 1863, un sello de menos de dos centímetros cuadrados; y Cuba fue
el primer país en sobrecargar un sello, habilitándolo para
su uso el Correo Interior de la Habana, inaugurado el 19 de noviembre de
1855.
En general, los organismos postales
de América del Sur han sido serios y conservadores en la emisión
de sus sellos: sin formas raras para llamar la atención del coleccionistas,
sin tiradas de alto valor especulativo que sólo unos cuantos pueden
adquirir, sin malas ideas y rejuegos en la impresión para crear errores
y variedades. Claro que no somos tan ingenuos y desconocedores de la filatelia
suramericana como para creerlo todo de color de rosa, ya que sabemos y aquí
consignamos la mal intencionada especulación de dos o tres países
suramericanos, pero estamos hablando en general de una zona territorial
compuesta por una veintena de naciones. y cuando era una colonia británica,
"British Guiana", hoy convertida en Guayana, tuvo la distinción
de emitir el sello más raro del mundo, un sello de 1 centavo, en
1856, valorado en la actualidad en casi un millón de dólares.
Esto es, filatélicamente hablando,
nuestra América del Sur, mosaico de razas e idiomas, donde el sincretismo
o fusión de todo lo maravilloso se ha materializado en la más
increíble realidad, reflejada en nuestros sellos, como testigos y
documentos históricos para la posteridad: ríos, montañas,
cascadas, monumentos, cavernas, árboles.
Como vemos languidecer la filatelia
en países, que más que países han sido grandes fábricas
de sellos para los coleccionistas que han lucrado y acaparado la atención
y preferencia por muchos años de los filatelistas nuestros, nos llena
de satisfacción el ver cómo continuamente se están
valorando en el mundo filatélico las emisiones suramericanas, a muchas
dándoseles valores que jamás se creían pudieran alcanzar;
otras, manteniendo su valor alcanzado; hoy que, repetimos, muchos de los
sellos emitidos por los países favoritos tradicionalmente están
perdiendo su valor filatélico.
Quizás sea prematuro saltar
de alegría, y escribir una crónica como ésta, llena
de entusiasmo por el triunfo de nuestra filatelia suramericana, máxime
cuando sabemos que es poco, muy mal organizado, entregado a manos inexpertas,
muy localistas, lo que se hace en favor de la filatelia por las autoridades
postales de nuestros países y los organismos oficiales, comerciales
y sociales; pero, aún así, como "maná del cielo"
ha de llegar para nuestra filatelia su reconocimiento y valoración,
por propios y ajenos. |
Fuente: Revista Mecánica Popular - Volumen 38 -
Enero 1985 - Número 1
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