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Estás leyendo parte de la revista de Septiembre de 1984
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Muchos coleccionistas tienen una debilidad por sellos de
formas extrañas, poco comunes. Algunos, incluso, hacen de ellos un
estudio especial.
El primer sello triangular fue emitido
en el Cabo de Buena Esperanza en 1853. Una de las historias más espectaculares
de la afición se refiere a los sellos triangulares de El Cabo. En
1863 dos marineros entraron en la tienda en Plymouth del padre de un joven
llamado Stanley Gibbons, quien más tarde llegó a ser el famoso
comerciante filatélico. El joven casi no podía creerlo cuando
le ofrecieron una mochila que estaba llena de sellos de El Cabo, con muchos
sellos triangulares entre ellos, pero solamente cinco de los de una libra
esterlina.
Los marineros habían ganado
los sellos en una rifa, durante su corta estancia en tierra en la Provincia
de El Cabo. Hoy los "triangulares" de El Cabo están considerados
entre los clásicos y más caros de todo el mundo.
El primer sello en forma de una estrella
fue impreso en Colombia en 1865, y el primero en forma de un escudo fue
en la Argentina en 1867. El primer sello en forma circular vino de los Estados
Romanos en 1852 y el primero con forma de diamante, de la Costa de Somalia
en 1894.
Desde entonces han habido muchas variaciones
de estos diseños geométricos y muchas más "formas
libres" han aparecido recientemente. Pero premio sin duda se debe otorgar
a Tonga por lanzar el primer -y probablemente el único- sello en
forma de plátano o banana. Por ser difícil la perforación
de esta forma, los "bananas" se venden con papel adhesivo que
se despega antes de usarlos.
Tonga ha producido además un
sello con un mapa de la isla y otros con forma de grandes discos de hoja
de metal que representan sus monedas. Sierra Leona ha contribuido con un
sello de forma bien rara, pues semeja una nuez de cola (cola nut), y Gibraltar
un sello perforado con la forma de su famosa roca en la cual se encuentra
asentada. El sello con cinco lados de Malta, ilustrado aquí, fue
diseñado ingeniosamente para permitir que los sellos fuesen impresos
y perforados en hojas, aunque sería interesante averiguar cómo
esto fue posible.
Añadiendo a esto de las formas
extrañas y no comunes, algunos países han experimentado con
sellos que pueden ser puestos en fonógrafos y oírse un mensaje
o música grabada en los mismos; otros, han añadido perfume
al pigmento con que se confecciona la tinta al imprimir, lo cual hace que
al rasgar o frotar los sellos, pueda sentirse el olor antes seleccionado
de acuerdo con lo que se ha impreso.
Los coleccionistas serios consideran
estas formas extrañas demasiado frívolas, y es posible que
tengan razón al desaprobarlas, pero no es menos cierto y valedero
que estas formas raras tienen mérito por atraer nuestra curiosidad
y pueden servir para añadir una nota de buen humor a cualquier álbum. |
Fuente: Revista Mecánica Popular - Volumen 37 - Septiembre
1984 - Número 9 |
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