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Por Ignacio A. Ortiz Bello |
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Desde hace muchos años, pero
muchos años, las agencias cablegráficas nos traen noticias
filatélicas con mayor o menor importancia, pero una estremecedora,
que amerite ser puesta en primeras planas, que sea comentada por gente de
todas clases y perdure en los medios de comunicación, lo que vulgarmente
pudiéramos llamar "un bombazo", fue la que nos trajeron
los cables en noviembre de 1996, cuando la Casa Filatélica de David
Feldman, en Zurcí, Suiza, vendió un sello sueco emitido en
1855, con facial de 3 chelines, por error impreso en color naranja, en la
astronómica cantidad de más de US$2,000,000.00, ( dos millones
de dólares).
Se
rompieron todos los récords. se cambió la historia filatélica,
se corrigió el libro de Guinness donde aparece como el objeto más
valioso del mundo por su peso, volumen y densidad, y como cuando alguien
gana la lotería en la familia y se vuelve millonario y toda la familia
prospera con él, la familia filatélica de los sellos más
raros ha experimentado un alza de consideración reflejada en las
últimas subastas y cuadros analíticos de los que se dedican
a estudiar el mercado filatélico nacional e internacional.
Este sello sueco, que por acá
llamamos el "tres kilitos amarillo" por ser su color entre amarillo
y naranja, fue encontrado por un joven sueco en el depósito de basura
de su abuela hace más de un siglo, y ahora derrota, por un valor
de casi el doble, al "Un Centavo Magenta", emitido en 1856 por
la Guyana Británica. valorado
en poco más de US$1,000,000.00 ( un millón de dólares)
como el sello más valioso del mundo. Este sello de la Guyana Británica
tiene una historia parecida al sello sueco que le destronó como el
más raro del mundo pues, según los que nos narran su historia,
fue descubierto por un jovencito inglés en 1873 cuando trasteaba
en el ático de la casa de su familia y, pensando que no era cosa
de gran valor, se sintió de lo más contento al venderla a
un amigo en poco más de un dólar.
El sello más famoso y apreciado
por los coleccionistas de los Estados Unidos es el emitido en 1918. con
facial de 24 centavos, colores rojo y azul, cuyo centro nos muestra una
avioneta invertida. Este sello, del cual só1o se conoce que por error
salió una hoja de 100 sellos con la parte central invertida, fue
comprado por el coleccionista Sr.
Robey en la oficina postal de Washington en hoja completa por US$24 y poco
después vendida al comerciante Sr. Eugene Klein. En Philadelphia.
por US$15,000.00. quien poco después la vendi6 al muy famoso filatelista
Coronel Green quien tuvo la generosidad de separar la hoja en varios bloques
y sellos para que otros coleccionistas pudieran adquirirlos. La última
vez que tuve conocimiento de la venta de un bloque de cuatro sellos ( MP.
marzo de 1990) la prestigiosa casa Christie's. en Nueva York obtuvo más
de US$1.000.000.00 (un mil1ón de dólares) en subasta filatélica
que impuso varios récords de venta.
Los Mauricios de un penique en naranja
y dos peniques en azul, emitidos en 1847, los mandó a emitir localmente
la Sra. Gomm. esposa del gobernador, con el resultado de que el grabador
se equivocó y en lugar de decir "Post Paid" (Porte Pagado),
se imprimió "Post Office ( Oficina Postal). Unos
pocos circularon. ya que el error se notó inmediatamente. Un sobre
que circuló con uno de cada uno de estos sellos se valora en más
de US$200,000.00 y constituye el sobre filatélico más caro
del mundo. Se cree que por error de un impresor, que colocó un dado
del sello de 2 Reales, originalmente en color rojo, en la plancha para imprimir
sellos de 6 reales de color azul, dio como resultado la aparición
de este sello emitido en
1851 de 2 Reales, color azul, el cual se valora en los US$100.000.00 (cien
mil dólares), la
pieza más valiosa de la filatelia española,
Piezas valiosas de Suiza son el sello
emitido en 1851 cuya cruz está bordeada en color azul, ya que regularmente
se bordeaban en color negro, y la pareja emitida en 1843 por el Cantón
de Ginebra, con la parte inferior desplazada. Estas piezas filatélicas
suizas se las estima en los US$50,000.00 cada una. |
Fuente: Revista Mecánica Popular - Volumen 50 -
Enero 1997 - Número 1
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