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Estás leyendo parte de la revista de Febrero de 1996
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¿Dónde los pongo? |
por Ignacio A. Ortiz-Bello
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Regularmente
entrar en mi oficina un sábado, ya lo comenté anteriormente,
es peor que caer en manos del Tribunal de Inquisición y tan pronto
alguien entra que no es asiduo, con porte de extranjero, le caen arriba
mis avispadas "avispas filatélicas" con sus aguijoneantes
preguntas: ¿Qué colecciona usted?, ¿Colecciona sellos
nuevos o usados?, ¿Tiene muchos sellos?, ¿Hace mucho tiempo
que colecciona?, ¿Conoce a Fulano que es mi amigo?, ¿De qué
país es usted?, ¿Es miembro usted de tal sociedad filatélica?,
¿A qué se dedica usted? Y así por el estilo una luenga
lista de preguntas que harían interminable esta relación.
Y
la cosa se pone peor cuando al pobre recién llegado, tras pasar al
martirio de tanta pregunta, se le ocurre hacer preguntas él. Aquí
viene una lluvia peor de respuestas. Este dice una cosa, el otro contesta
todo lo contrario, otro emite su opinión, allá sale uno que
dice tener experiencia en el asunto y yo en medio de todo esto trato de
mantener una conversación con el recién llegado y mis habituales
acompañantes.
Alguien llegó por consejo de dónde poner sus sellos, cómo
ir coleccionando, la mejor manera de disfrutar su colección y al
mismo tiempo proteger sus sellos.
En la actualidad hay formas o maneras de coleccionar muy diversas y sólo
citaré las tres que me parecen ser las mejores y más aceptadas
por la mayoría de los filatelistas: el álbum; el clasificador
y las hojas negras de tiras transparentes.
Para los que coleccionan una temática y que casi siempre lo hacen
con sellos nuevos, estas hojas negras de tiras transparentes son muy cómodas
pues existen con varios tamaños de tiras o bolsillos, según
el tamaño de los sellos a montar y que pueden ser desplegados al
gusto del filatelista cambiándolos de posición sin tener que
remover o despegar los sellos. El clasificador, que recibe su nombre del
uso para el cual se creó, debería ser usado sólo transitoriamente,
para tener los sellos clasificados y en espera de ser llevados a un álbum,
pero desde hace muchos años se les usa como álbum para coleccionar
por tener las mismas cualidades que las hojas negras de tiras transparentes.
Como vienen bellamente encuadernados lucen mejor. Estos son los mismos clasificadores
usados por los comerciantes para mantener sus sellos, de forma que los clientes
puedan verlos cómodamente.
Yo
aconsejo coleccionar en álbumes. Usted puede comprar un álbum
en el cual vienen impresas las casillas para poner los sellos, si son nuevos
con montadoras plásticas y si son usados con charnelas. Se puede
confeccionar su propio álbum desplegando los sellos por orden cronológico,
por países, por temas o como más sea de su agrado. Como los
álbumes, ya sean los que se compran o los que uno mismo hace, tienen
información didáctica, tanto el filatelista como cualquier
persona que los ve disfruta y aprende de lo que en ellos se trata.
Y
como todo cuento debe tener un final feliz, al rato de estar aquí
de visita comenzarán a tratarlo de "amigo", le darán
nombre y dirección al tiempo que le propondrán intercambios.
Y en eso llegará Miguel Hernández con sus pastelitos de guayaba,
Ricardo Pumpido le obsequiará con sus deliciosas torticas polvorosas,
y el "eminente radiólogo" Dr. René Hernández
no le dejará ir sin que tome en un pequeñito vaso el "néctar
negro de los dioses blancos", el cafecito cubano. |
Fuente: Revista Mecánica Popular - Volumen 49 -
Febrero 1996 - Número 2
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