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José Martí |
por Ignacio A. Ortiz Bello |
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Estamos próximos a conmemorar el centenario de la muerte de José
Martí, Apóstol de la Libertad Americana, ocurrida cuando peleaba
a caballo y armado sólo de un revólver, acompañado
de unos pocos combatientes que salieran en ayuda del dominicano General
Máximo Gómez en la mañana del 19 de mayo de 1895, atravesándole
el cuerpo tres mortales plomos que le hicieran caer sin vida.
Cuando en 1953 celebramos los 100 años de su nacimiento, pocas fueron
las naciones que se unieron a Cuba para honrar filatélicamente a
José Martí: Colombia, El Salvador, República Dominicana,
Hungría y China. Cuando se celebraron los 100 años de la publicación
de "La Edad de Oro", primera revista infantil de nuestra América,
esperábamos ver algunas emisiones conmemorativas que nunca aparecieron,
y ahora, exactamente dentro de dos años, estaremos conmemorando los
100 años de su muerte, y con tiempo se debe planificar en nuestros
países hispanoamericanos alguna emisión que honre a este mártir
de nuestra independencia.
Nadie ha podido jamás explicarme qué motivos impidieron que
Uruguay, país del cual Martí fue cónsul, no emitiera
un sello por su natalicio; por qué Argentina, donde escribió
parte de sus mejores páginas en "La Nación" y de
la cual también fuera cónsul, tampoco le honró; por
qué Guatemala y Venezuela no le honraron, y, el más enigmático
de los casos, por qué México no le dedicó una emisión
postal, si en aquella nación están sus más grandes
biógrafos y apologistas, allí tiene un hermoso monumento y
centro cultural con su nombre, allí tuvo a su mejor amigo y hasta
en cierta ocasión llegó a escribir: "Si no fuera Cuba
tan infortunada, querría más a México que a Cuba".
Hemos visto honrar filatélicamente en nuestras naciones a políticos,
literatos y figuras prominentes de Europa y los Estados Unidos, todos ellos
con mucho mérito, pero no podemos comprender cómo un hombre
que acuña la frase" Nuestra América", que nos lega
la más pura y patriótica poesía hispanoamericana, que
nos deja nuestro primer movimiento literario y da inicio al modernismo americano,
que escribe lleno de patriotismo para nuestros niños, que cae luchando
por la libertad americana, haya sido olvidado, o lo que pudiera aún
ser peor, relegado a un segundo plano.
José Julián Martí y Pérez nació en la
ciudad de La Habana, Cuba, el 28 de enero de 1853; hijo del celador de la
policía Mariano Martí y Navarro, natural de Valencia, España,
y de la Sra. Leonor Pérez y Cabrera, natural de las Islas Canarias,
también pertenecientes a España.
A los 16 años publica sus primeros trabajos literarios, funda periódicos
estudiantiles y es encarcelado por primera vez. En 1870 es condenado a seis
años de prisión y trabajos forzados. En 1871 es deportado
a España. En 1874 obtiene dos licenciaturas en la Universidad de
Zaragoza. En 1875 se establece en México. En 1877 es profesor en
Guatemala. Regresa a Cuba bajo el seudónimo de Julián Pérez.
Viaja a México, allí se le admira por su oratoria y escritos.
En 1880 pasa a residir en Nueva York, donde escribe en inglés para
los periódicos "The Hour" yen "The Sun". Viaja
a Venezuela, donde reside poco tiempo. En 1882 comienza a escribir sus "Cartas
de Nueva York" en "La Nación" de Buenos Aires, y poco
después comienza a trabajar como traductor en la casa Appleton. En
1886 comienza a escribir para "El Partido Liberal", de México;
"La República", de Honduras; y "La Opinión
Pública", de Uruguay. En 1892 redacta en el Club San Carlos
de Cayo Hueso, Florida, las bases y estatutos secretos del Partido Revolucionario
Cubano. En 1895, un 19 de mayo, cae herido mortalmente en las inmediaciones
de Dos Ríos. Su cadáver es llevado a Santiago de Cuba, y allí
el general español Sandoval rinde homenaje a la actitud patriótica
de José Martí. |
Fuente: Revista Mecánica Popular - Volumen 46 -
Mayo 1993 - Número 5
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