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Estás leyendo parte de la revista de Julio de 1990
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Pese a que la humanidad ha alcanzado un alto grado de civilización
y conocimientos del mundo en que vivimos, de todo lo que nos rodea y hasta
un poco más allá de nuestros límites geográficos
y espaciales, algo que aún conocemos poco es nuestro propio ser,
la conducta humana, de dónde y por
qué emana el poder creador e imaginativo del hombre. Los sellos de
Lundy nos relatan la extraordinaria imaginación de un hombre que
se proclamó a sí mismo rey, instalándose en una pequeña
islita muy cerca de las costas de Inglaterra hace algunos años ya
y, con tanta seriedad tomó el asunto, que el propio rey británico
se enfadó, lleno de cólera y envidia ante tan pintoresco rival.
Nuestra historia comienza en 1925,
cuando un acaudalado inglés, Martin Harman, compró la pequeña
islita de 4,8 km (3 millas) de largo llamada Lundy, muy cerca de las costas
de Devon. Y aquí fue que el Sr. Harman tuvo "una brillante idea"
y pensó: "Si soy dueño y señor de esta isla, ¿por
qué también no he de erigirme en rey una vez instalado en
la misma?" Y como la idea era buena y, además, "tenía
sentido" dentro de la capacidad mental de Mr. Harman, lo primero que
se le ocurrió fue mandar a acuñar monedas e imprimir sellos
para el uso de los habitantes de su recién creado reinado. Todos
los sellos y todas las monedas llevaron como motivo principal el retrato
de un "Puffin", pájaro algo bobo parecido a los pingüinos,
por estar la isla densamente habitada por los mismos.
Y pasaron algunos años de felicidad
y tranquilidad en el liliputiense reinado. Pero, ¡qué rayos
es esto de estar acuñando monedas! ¡A quién se le ocurrió
estar emitiendo sellos! ¡Qué es eso de crear un reinado!, y
el rey Harman fue llamado ante las cortes acusado de estar acuñando
monedas ilegalmente en el Imperio Británico y estar emitiendo sellos
sin permiso de las autoridades postales. El juez representante del rey de
Inglaterra le interrogó mirándole con cólera:
"¿Quién dice usted
que es el soberano de la isla de Lundy?"
"Soy yo", dijo con todo énfasis
el Sr. Harman. "Y como soberano de la isla de Lundy tengo derecho a
emitir sellos ya acuñar monedas".
Los miembros del jurado y el juez de
Su Majestad el rey de Inglaterra se miraban entre sí, mientras escudriñaban
el altivo rostro del rey de Lundy, para concluir con un benevolente veredicto
que rompiera los sueños de su Majestad el rey Harman I.
"Se le condena a pagar cinco libras
y a abdicar a todas sus prerrogativas reales".
Hoy día nadie se acuerda de
Su Majestad el rey Harman I, puede que ya haya muerto o que cargado de años
deambule por las calles londinenses como un simple ciudadano más;
pero lo único que nadie jamás podrá arrebatarle es
el privilegio de haber sido él, no una colonia, no un dominio, no
un gobierno, no una posesión, en su carácter de rey de Lundy,
el único acuñador de monedas y emisor de sellos británicos
no dependientes de la Corona Real Inglesa.
Los sellos de Lundy -otros prefieren
llamarlos etiquetas- se encuentran en muchas colecciones como piezas de
interés nostálgico y de admiración hacia el ex monarca
Harman I de Puffinlandia. |
Fuente: Revista Mecánica Popular - Volumen 43 - Julio
1990 - Número 7 |
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