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Estás leyendo parte de la revista de Octubre de 1989
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Cuando la naturaleza nos regala días bellos, claros, llenos de
sol, la filatelia se siente relegada a un segundo plano, al dedicarnos casi
todos los humanos a deportes, días de campo y disfrute de la playa.
Pero, cuando los días son grises, la lluvia arrecia o el frío
y la nieve nos obligan a quedarnos en casa, los que coleccionamos algo -muy
preferentemente los filatelistas- tenemos a nuestra disposición un
"hobby" que nos permite disfrutar de horas y horas en cualquier
momento, sin importarnos lo que está sucediendo afuera y, muchas
veces, abstraídos de tal forma que dejamos todo lo demás para
continuar disfrutando de nuestro pasatiempo preferido.
Dentro de la filatelia, mi campo preferido
siempre fue la correspondencia y, tal fue así, que en dos gavetas
de mi viejo armario conservaba cientos de cartas, con el orgullo de poder
decir a los colegas que me visitaban: "Tengo por lo menos una carta
de un amigo hasta en la isla o país más remoto del mundo".
Ya hoy día no puedo escribir tanto y muchas veces quedo mal con mis
corresponsales, pero cuando me llega una carta de alguien que por años
no sabía de él, siento tanta alegría como la de un
niño la mañana de Reyes.
Meses atrás, por motivos que
ahora no recuerdo, estuve bastante fuera de circulación, ocasión
que aproveché para poner en orden mi existencia filatélica,
hacer pedidos de mercancía, contestar alguna correspondencia y, no
sé por qué, se me ocurrió la idea de escribir a colegas
filatelistas de los cuales no sabía hacía algunos años.
Entre los pocos que me han contestado
-unos porque han muerto, otros por estar muy ocupados y los más por
dejadez- me alegró mucho recibir carta de Roger Segret, andorrano
que jamás ha salido de su querida Andorra la Vieja, capital del principado
de Andorra. En ella me cuenta que cumplió 80 años de edad
y más de 30 de haberme escrito para intercambiar sellos, afición
que jamás ha abandonado y que ahora se encuentra incrementando al
haber comenzado a coleccionar sellos de la temática vitrales. Segret
me dice que en Hispanoamérica no hay muchos sellos con vitrales,
pese a las muchas iglesias coloniales que poseen verdaderas obras maestras
de esta modalidad artística, siendo Argentina el único país
que en varias ocasiones ha emitido sellos con vitrales.
El vitral es una obra de arte formada
con vidrios translúcidos de colores, cortados a tamaños desiguales,
unidos entre sí mediante tiras de plomo y que puestos sobre un cartón
previamente dibujado van reproduciendo, con características propias,
las formas dibujadas. Usado generalmente en ventanales, para llenar el vano
debidamente dejado en las grandes paredes a fin de que entre luz, ésta
al pasar por los cristales nos muestra una bella obra artística,
llena de colorido y luz, formando figuras y escenas casi siempre religiosas.
El más famoso de los vitral
es modernos, arte que se sitúa como nacido en el mundo bizantino
de la Edad Media, es el realizado por Marc Chagall en la sede de las Naciones
Unidas de Nueva York, aparecido en un sello y una hojita souvenir emitidos
por las Naciones Unidas en 1967, así como las 12 ventanas realizadas
por Chagall en la Sinagoga del Hospital "Hadessah" de Jerusalén,
aparecidas en los sellos emitidos por Israel en 1973. |
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Fuente: Revista Mecánica Popular - Volumen 42 - Octubre
1989 - Número 10 |
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