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Recientemente, efectué un viaje por carretera desde la cálida
y bella ciudad de Cali, en Colombia, hasta la colonial y barroca ciudad
de Quito, capital del Ecuador. Este viaje, motivado por asuntos familiares,
terminé por convertirlo en visita a corresponsales coleccionistas
de sellos, monedas y billetes; en charlas e intercambios de ideas en sociedades
filatélicas; en visitas a correos y dependencias filatélicas;
y en indagaciones sobre el comercio filatélico-numismático.
El material humano en todo el recorrido
es excelente, ahora más que nunca me siento orgulloso de ser coleccionista
y pertenecer al mundo hispanoamericano. Esta buena gente es coleccionista
de verdad, venciendo mil dificultades y sin la ayuda de los organismos oficiales
como es usual en los Estados Unidos y en muchos países que hemos
visitado, donde los comerciantes y las dependencias del correo facilitan
a los coleccionistas el desarrollo de su colección.
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En
Cali es casi imposible conseguir las nuevas emisiones postales y, si usted
decide ir en busca de las mismas, al igual que yo experimenté, tendrá
que visitar tres dependencias distintas: el Correo, ADPOSTAL y Avianca.
En un pueblo pequeño conseguí algo en TELECON, y ya con cuatro
dependencias distintas. Eso sí, en ninguna se encuentra o puede resolverse
la compra total de los sellos emitidos por Colombia.
Billetes y monedas es mucho peor, las
dan por cuenta gotas y tras suplicar más que una vieja a San Antonio
para que le consiga novio. En el Banco de la República, de Cali,
es casi imposible obtener monedas y billetes sin circular. El comercio filatélico-numismático
de Cali es casi nulo, aunque parece que está naciendo una empresa
bastante dinámica que ya cuenta con dos .locales. El muy eficiente
y amable empleado de correos UNICENTRO, sólo vi un empleado, me informó
que allí funciona el Museo Filatélico, pero yo no vi nada.
Quito tiene una vida filatélica
de gran envergadura, gracias a un grupo muy selecto de filatelistas que
sostienen la Asociación Filatélica Ecuatoriana, con oficina
o local abierto a reuniones nocturnas y la próxima inauguración
de un edificio o casa propia. El comercio filatélico es bastante
pobre, compensado por la amabilidad de sus propietarios, como es el caso
de Don Julio Montalvo, propietario de la Librería Nacional, en la
esquina de García Moreno y Olmedo, un entusiasta filatelista de Ecuador.
Aquí también es curiosa la forma de adquirir sellos para los
coleccionistas o los extranjeros que no conocemos el mecanismo local, pues
fui al correo central, en pleno centro del Quito colonial, y allí
hay que comprar los sellos en quioscos particulares, de mano de revendedores,
los cuales no tienen series completas ni cuidan mucho de los sellos. La
oficina filatélica, donde pueden obtenerse los sellos y hojitas filatélicas,
está en las afueras de la ciudad, nuevo centro postal en la calle
10 de Agosto.
Esta más o menos, en pocas palabras,
fue mi odisea filatélica en busca de sellos y contacto con coleccionistas.
Sin lugar a dudas llena de mil obstáculos, pero compensada por el
trato amable de nuevos amigos y de aquéllos que ahora tuve la oportunidad
de conocer personalmente, tras tantos años de amistad epistolar. |
Fuente: Revista Mecánica Popular - Volumen 42 -
Mayo 1989 - Número 5
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