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Estás leyendo parte de la revista de Febrero de 1989
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A nuestra oficina filatélica, con bastante regularidad, llegan
filatelistas procedentes de toda Hispanoamérica, oportunidad que
aprovechamos para charlar sobre la actividad filatélica en su país.
las nuevas emisiones, las sociedades filatélicas, los comerciantes
y todo lo relacionado con nuestro común interés.
Una experiencia muy agradable me aconteció
pocas semanas atrás al entablar conversación con un filatelista
del Ecuador. ya que me manifestó dos cosas que me llenaron de orgullo.
En primer término, este filatelista llevaba muchos años sin
coleccionar y, según me hablara, fue gracias a esta sección
filatélica de Mecánica Popular que se ha reintegrado al coleccionismo
y, como segunda noticia agradable, me comunicó que siguiendo un consejo
aquí aparecido, sólo se dedica a coleccionar sellos de nuestro
continente hispanoamericano.
No es cosa fácil coleccionar
sellos de Hispanoamérica, aun para quien reside en un país
hispanoamericano con varias fronteras y fáciles comunicaciones internacionales,
debido a que las oficinas filatélicas y muchos filatelistas no responden
a las cartas que se les envían.
Un problema bien agudo que se les presenta
a los que quieren coleccionar sellos de Hispanoamérica, mediante
el intercambio con filatelistas residentes en nuestros países, es
el alto costo para conseguir un buen corresponsal, ya que en ocasiones hay
que escribir más de veinte cartas a diferentes filatelistas y como
resultado sólo se obtiene una o dos buenas respuestas.
Los países nuestros de Hispanoamérica
son bastante serios en la emisión de sellos y, salvo dos o tres excepciones,
gozan a nivel internacional de un buen nombre, aunque no de popularidad,
ellos prefieren coleccionar los sellos de su país y los países
vecinos, siendo un buen ejemplo de esto España, muy ligada a Hispanoamérica,
pero prefieren allá coleccionar sellos de Europa.
A los filatelistas hispanoamericanos
que logren salvar los inconvenientes que representa el coleccionar sellos
de nuestro continente, a los que lleguen a crear un intercambio continuo
y renovado como ha logrado mi interlocutor ecuatoriano, les aseguro que
van a pasar muy buenos ratos y recibir placenteras retribuciones con el
intercambio de sellos, información, ideas y amistades que así
se logran.
Nuestros sellos hispanoamericanos no
son caros de adquirir, tienen un bello colorido y una esmerada impresión,
no se emiten en cantidades inmensas y la asiduidad que otros países,
representan nuestra historia, nuestra cultura y, como son tan buenos como
los de los demás, nos sentimos orgullosos de recomendar -una vez
más- el coleccionismo de lo nuestro. |
Fuente: Revista Mecánica Popular - Volumen 42 -
Febrero 1989 - Número 2
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