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Filatelia |
4 0 a ñ o s |
por Ignacio A. Ortiz Bello |
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Casi pudiera decir que, coincidiendo con el nacimiento de esta revista,
es que me inicio en el coleccionismo de sellos. Claro está que mi
mundo se limitaba al pequeño pueblo donde nací y, sólo
al transcurrir varios años de "juntar sellos" y vencer
mil vicisitudes, comencé a tener conocimiento de la actividad filatélica
en otras ciudades, tanto en mi país como en el extranjero. y si en
verdad puedo decir que la filatelia me apasiona, no es menos cierto que
el escribir, tener corresponsales, intercambiar sellos e ideas epistolarmente
también eran de mi agrado.
La filatelia en nuestros países de hispanoamérica, al igual
que sucede en otros países del mundo, ha tenido sus momentos de glorias
y también de penurias. Basta con ver las emisiones postales de cualquiera
de nuestros países y en ellas veremos un espejo fiel de lo que ha
estado sucediendo filatélicamente en el mismo. Cuando la filatelia
se encuentra en alza, los sellos son de más calidad y una o más
emisiones dejan constancia de exhibiciones filatélicas, inauguración
de una sociedad o de cualquier otro evento filatélico y, cuando por
lo contrario la filatelia se encuentra en baja, sus sellos no muestran actividad
ni presencia filatélica alguna.
El desarrollo y la permanencia de la actividad filatélica en nuestros
países, justo es reconocerlo, se debe a que en cada uno de ellos
siempre ha existido un pequeño grupo de dedicados y constantes filatelistas
que fundaron sociedades y las mantienen contra viento y marea, en muchos
casos y con raras excepciones sin la ayuda de los comerciantes y las autoridades
postales.
El primer país que visité en gestiones filatélicas
fue la República Dominicana. Por aquel entonces toda la actividad
filatélica continuaba girando en derredor del despacho filatélico
del ingeniero Enrique Alfau y su colaborador Luis Amiama Veloz. Con los
ingenieros Alfau y Gustavo A. Moré tuve el honor de hacer la primera
visita a la antigua Casa de la Moneda, cedida a la Sociedad Filatélica
Dominicana para sede de su organización. Muchas otras veces he regresado
a Santo Domingo, donde la actividad filatélica se mantiene con bastante
notoriedad, tanto entre los mayores como entre los jóvenes, apoyada
por la laboriosidad de los antes mencionados, así como el Ing. Danilo
Mueses, Manuel Bello Cabral y el Dr. Antonio G. Coiscou, entre otros.
La Sociedad Filatélica de Puerto Rico, cuya sede he visitado en varias
ocasiones, puede servir como ejemplo de laboriosidad y difusión filatélica.
El alma y motor indiscutible de esta sociedad, por muchos años, ha
sido Raúl Gándara, quien junto a Victoriano Patiño,
Hugo D. Storer, Dr. Rivera Carrasquillo y otros, han mantenido la filatelia
en Puerto Rico aun alto nivel, local e internacional. |
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México es uno de los países que más he visitado,
en muchas ocasiones desarrollando actividad filatélica y, en otras,
alternando con otras obligaciones. De México me escriben muchos jóvenes,
de todas partes del país, muchos de ellos coleccionistas que individualmente,
sin contacto personal con otros filatelistas o sociedades, salvando toda
clase de obstáculos, están formando sus colecciones. En la
ciudad de México hay una gran actividad filatélica, pero no
existe una sociedad con fuerza que aglutine a la mayoría. Años
atrás nadie podría discutirle el título de figura central
y motor de toda actividad filatélica al fallecido Don Emilio Obregón.
Pero varios grupos o sociedades filatélicas sobreviven y otras se
han creado, algunas en la capital y las más en capitales y ciudades
del país. El abogado Ignacio A. Esteva Monroy, figura principal de
la Federación Mexicana de Filatelia y la Asociación Mexicana
de Filatelia, es desde hace varios años centro de gran parte de la
actividad filatélica que se desarrolla en México. Otros activos
filatelistas son Angel Efrén Vázquez Robledo, de San Luis
Potosí, Manuel Pardo Morató, de Guadalajara, y otros que escapan
a mi memoria.
En Venezuela la actividad filatélica, pese a algunos reveses, siempre
se ha mantenido sólida y progresista. Allí tenemos un gran
y querido amigo, Don Pepe Roura, fundador del Club Filatélico de
Caracas y comerciante por infinidad de años. Muchos son los nombres
que vienen a mi mente cuando de la laboriosidad y dedicación a la
filatelia venezolana se refiere. Dr. Rómulo Lander, quien mantiene
una peña filatélica en su hogar a la cual asistí, el
profesor Juan José Varela que ha dotado a la filatelia venezolana
de un catálogo de sellos inmejorable, Dr. J. I. Amundaray gran estudioso
y motor del Club Filatélico, así como otros que harían
esta relación interminable. Es de notar aquí que los comerciantes
Aurelio Blanco, Alfredo Vigil, Morell, Nicola Walder y otros se preocupan
por el desarrollo y el progreso de la filatelia.
En Argentina encontramos una actividad filatélica de primera magnitud,
comparable tanto en coleccionismo como en comercio con la que se desarrolla
en las grandes ciudades de los Estados Unidos o Europa. En la calle Corrientes
No.846 existe un pasaje donde más de una docena de casas filatélicas
nos recuerda los buenos tiempos de Nassau Street en Nueva York o la Rue
Douet de París. Dos pilares de la filatelia son Don Ricardo Jorge
Leyva y José Antonio Brovelli. Varias son las sociedades filatélicas
existentes en la capital de Argentina y raro es el mes en que su existencia
no se haga notar al efectuar diversas actividades filatélicas. Pero
en el interior del país es donde se lleva a cabo lo que para mí
es lo más interesante de la filatelia en Argentina, una intensa laboriosidad
desarrollada por los jóvenes filatelistas creando sociedades, editando
revistas, escribiendo columnas filatélicas en diarios locales, efectuando
muestras filatélicas.
Y Colombia, donde he estado en dos ocasiones por unos pocos días,
me parece que tiene una gran vida filatélica. En Bogotá, donde
Leo Temprano posee tres casas filatélicas, edita álbumes y
catálogos filatélicos, existe una elite filatélica
que se reúne y mantiene el Club Filatélico de Bogotá,
con local lujosamente bello. Otro gran grupo, numeroso y compuesto por coleccionistas
modestos, se reunían en el Planetario cuando los visité. Desde
otras ciudades del país son muchos los que me escriben, desorientados,
tratando de relacionarse con filatelistas del país y del extranjero.
Así es como he visto la filatelia hispanoamericana, sin profundizar
ni sentar cátedra, estos últimos 40 años de vida para
Mecánica Popular y de pasión por la filatelia para el que
mensualmente esta sección les escribe. |
Fuente: Revista Mecánica Popular - Volumen 40 -
Mayo 1987 - Número 5
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