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en escena EL FALCON SPRINT
He aquí el Falcon Sprint No.221 que tan lucida actuación tuvo en la competencia de Montecarlo. Aparece con luces para carretera y ganchos de remolque. Está equipado con un motor de 235 caballos y ruedas de 38 cm de diámetro
He aquí el Falcon Sprint No.221 que tan lucida actuación tuvo en la competencia de Montecarlo. Aparece con luces para carretera y ganchos de remolque. Está equipado con un motor de 235 caballos y ruedas de 38 cm de diámetro
 
Por Jim Whipple
 
EL GATITO ya se ha convertido en tigre.

Al menos ésa fue nuestra opinión cuando guiamos el nuevo Falcon Sprint V8 con transmisión manual de cuatro velocidades y un motor de 164 caballos de fuerza. (Se trata del modelo de norma y no del modelo de Montecarlo que aparece arriba). Quedamos aún más convencidos de esto al recibir un informe de los resultados obtenidos por el conductor sueco Bo Ljungfeldt al conducir un Falcon V8 de 235 caballos de fuerza durante la reciente carrera de Montecarlo a través de los empinados Alpes.

El auto de Ljungfeldt fue uno de tres vehículos especialmente preparados para la carrera de Montecarlo por los renombrados talleres de Holman and Moody, en Charlotte, North California. Se trata, en realidad, de modelos Falcon muy especiales, con versiones alteradas del V8 de 4,26 litros del Fairlane, frenos de discos, dirección rápida y una suspensión de servicio pesado que los distingue de los modelos de techo duro Sprint V8 que pueden verse hoy en las salas de exhibición.

Habiéndose despertado nuestra curiosidad, solicitamos una prueba en los campos que tiene para ello la Ford en Dearborn, en el mismo lugar en que por primera vez probamos el Falcon de 1959, cuando no era más que un pequeño auto de precio económico.

Al comparar ese primer Falcon de 10,6 kilómetros por litro y de dócil comportamiento con el No.221, un "veterano de la guerra" de Montecarlo, fue cuando verificamos en realidad que el gatito se había transformado en un verdadero tigre.

El Falcon Sprint de Holman and Moody es un auto equipado para desarrollar una extraordinaria potencia. Dispone del mismo Fairlane V8 de 4,26 litros que Carroll Shelby utiliza en sus coches Cobra.

El motor del Cobra emplea un carburador de cuatro cañones, un múltiple especial y un cabezal de cilindros con una compresión de 9,2 a l, conjuntamente con válvulas de admisión y escape agrandadas. El árbol de levas proporciona un mayor levantamiento a las válvulas y permite que éstas permanezcan abiertas por más tiempo, mediante el empleo de un alzaválvulas sólido.

Un V8 dotado de estas características puede producir 235 caballos de fuerza el día entero a 6000 r.p.m. El motor se halla acoplado a la transmisión manual sincronizada de 4 velocidades Borg-Warner mediante un embrague de servicio pesado cuyo pedal ejerce una compresión superiorísima a la del pedal de cualquier enorme máquina niveladora.

Las relaciones de engranajes son de 2,20, 1,64, 1,31 y 1,0 al para las velocidades de avance (las relaciones en los autos de norma son de 2,73,2,04, 1,51 y 1,0 a 1 para primera, segunda, tercera y cuarta).

La caja del eje del Falcon de tipo de norma es lo suficiente fuerte para resistir toda esta torsión transmitida a las ruedas mediante engranajes Thornton de deslizamiento limitado, con una relación de 4,5 al. Se trata de una relación no mucho menor que la de 3,25 a 1 del Sprint V8 de norma, ya que los Sprint de Montecarlo se hallan equipados con neumáticos de 6,70 x 15 que van montados sobre llantas de 5 1/2".

A velocidades de marcha en vacío, el motor produce muchos ruidos, pero cuando oprime uno el pedal del embrague o el pedal del acelerador, el Cobra V 8 suena como un viejo avión caza activado por hélices al despegar a toda velocidad. El auto salta hacia adelante con una increíble agilidad. Aunque parezca extraño, pocos son los patinajes o chirridos producidos por los neumáticos. Los muelles de hoja en el extremo trasero son de servicio pesado y actúan casi como brazos de torsión muy efectivos y resistentes.

La aceleración no se pudo calcular con exactitud, ya que se había quitado el velocímetro convencional. Para substituirlo se había instalado un tacómetro y un conjunto de indicadores del motor.

Uno de los mecánicos de la fábrica que nos acompañó durante la prueba en la pista ovalada de la Ford calculó que nuestra velocidad fue de más de 170 kilómetros por hora, utilizando un tacómetro como guía.

Juzgamos que el coche demoró unos seis segundos para desarrollar 96 kilómetros por hora desde la inmovilidad.

A altas velocidades, el auto da la sensación de ser un martinete para desbaratar hormigón o un trineo de hierro fundido. Se aferra firmemente al camino, sin mostrar tendencia alguna a flotar, desplazarse o zigzaguear. Marcha en línea recta hacia adelante, sin nunca cabecear ni nunca desplazarse en las curvas, y cuando llega la hora de detenerse, la combinación de frenos de discos Bendix en las ruedas delanteras, de tambores sobremedida ( 28 en vez de 25 centímetros) en las ruedas traseras y de un reforzador de fuerza hace que el auto se pare de inmediato, sin problema alguno.

La dirección es exacta y precisa, tal como la desearía uno al participar en una carrera, pero muy diferente a la del Falcon de fácil manejo que el público está acostumbrado a conducir. Holman & Moody redujo la relación de dirección de 4,6 vueltas a 2,25 de tope a tope. El guiar el No.221 a bajas velocidades es algo así como tratar de mover una olla de hierro sobre una acera de cemento áspero.

Constituye un tributo a la solidez de construcción de la carrocería y el bastidor de una sola pieza del Falcon común y corriente el que no se requieran refuerzos especiales. Sin embargo, la suspensión ha sido modificada con muelles de hojas y de tipo espiral más grandes.

Fuente: Revista Mecánica Popular - Volumen 33 - Septiembre 1963 - Número 3



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Idea original de Mi Mecánica Popular por: Ricardo Cabrera Oettinghaus