|
Estás leyendo parte de la revista de Junio de 1991
|
Recomienda este artículo a un amigo
|
|
REVISANDO EL TURBOCARGADOR
|
Si tiene que
hacer una gestión urgente y se la hecho tarde, con seguridad
pensará que no hay problemas, ya que tiene un turbocargador
bajo el capó (un auxiliar para ganar unos minutos
adicionales).
Súbitamente, un sonido penetrante. La potencia se reduce y
en los espejos retrovisores ve reflejada una nube de humo azulado.
¿Qué es lo que ha ocurrido...?
Se ha quemado el turbocargador, comúnmente conocido como
turbo. No sólo no podrá llegar a tiempo a donde
iba, sino que tendrá que gastar una buena suma de dinero,
alrededor de los US$2,000, dependiendo del fabricante y del
establecimiento de piezas de repuesto.
¡Animo!, no todo está perdido. A pesar de la alta
tecnología envuelta sobre termodinámica, los
turbos son equipos simples. Con cierto respeto por las
pequeñas tolerancias envueltas, es posible salvar muchos
turbocargadores quemados, a veces por menos de US$100 y alguna mano de
obra de carácter simple.
|
Clic
en cada página para ver más grande y claro |
|
|
|
|
Fuente: Revista Mecánica
Popular - Volumen 44 - Junio 1991 - Número 6 |
|
|