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Estás leyendo parte de la revista de Marzo de 2001
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La historia de la viejita con un
duesenberg en la
cochera es cierta. Jay le compró el auto. |
Los autos parecen hallarme
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Por jay Leno |
Gente de todas partes se pone en contacto conmigo porque saben que me gustan los autos. Recibo alrededor de 700 u
800 cartas al mes. La mayoría trata de ofrecerme autos viejos a precios
ridículos. Pero a veces, algunos valen la pena.
Un día, recibí una carta de una dama de Minnesota que me contaba que su
marido había muerto hacía algún tiempo. Le había regalado un auto
cuando cumplió 21 años y, desde la muerte de su esposo, no
había salido de su cochera. ¿Me interesaría verlo? Como no incluía dato
alguno del vehículo. le hablé y le pregunté (después de darle
el pésame a pesar de los años que ya tenía de viudez) que auto era. Se
trataba de un Duesenberg.
Así que voy a Minnesota y descubro que no sólo es un Duesenberg, sino
un sedán Murphy Beverly muy raro. Créanme. ella sabía lo que valía pero
también quería venderlo. Después de restaurarlo, me ayudó a ganar una
competencia en Pebble Beach.
Otro día, estaba paseando en mi motocicleta Vincent Black Shadow y
encuentro a un sujeto sobre una Kawasaki al lado del camino. En lo que
me detuve a ofrecerle ayuda, otro motociclista me pegó. Así que tuve
que salir en mi programa, con muletas y todo, pidiendo que quien
tuviera un tanque de combustible para una Vincent Black Shadow me
llamará. Una de las personas que me llamó no tenía mi modelo, pero me
ofrecía una B Shadow que había comprado durante la guerra en Europa.
Otro modelo extraordinariamente raro -casi único en el mundo. Así que
de nuevo lo compro, lo reparo y ahora, entre todas mis Vincent, es mi
favorita.
La otra parte de mi trabajo es que muchas personas tratan de
aprovecharse por lo que puedo pagar. No me importa pagar un precio
justo por un auto e incluso un poquito más, pero a veces intentan
abusar. Por ejemplo tengo un Type 38 Bugatti con un chasis
estadounidense, el único de su clase. Tan raro era que apareció en
portadas de revistas de la década de los cincuenta e incluso en
películas. La persona que quiso vendérmela puso un precio de U.S. $15
millones cuando no superaba los U.S. $100,000. Le propuse anunciarlo y
le prometí que superaría la mejor oferta que recibiera. Tomó un par de
años, pero acabó vendieéndomela al precio justo cuando nadie quiso
comprarlo.
Aunque me encantan todos los autos, traro de evitar los que le hayan
pertenecido a alguna celebridad. Saber quién fue el propietario no
debería aumentar el valor, al contrario. Cada mes me ofrecen dos autos
que supuestamente fueron propiedad de Elvis. Pero las historias son tan
inverosímiles, que ni siquiera vale la pena comprobarlas.
No le pago a alguien para que busque los autos que compraré. Los busco
yo mismo. Después de todo. si alguien ofrece un modelo a un precio
razonable, no hay nada de malo en preguntar personalmente. Y la verdad.
prefiero pagarle ese dinero a otro entusiasta -otra razón por la cual
no tengo ningún Ferrari. Me molesta que la gente le pague a otro por
cuidar sus autos, y creo que hay que dar ese dinero a quien sí lo ha
hecho.
Por supuesto. todo esto es inútil si ves un auto que “tienes que
tener”. En ese momento. claro, ni siquiera intento explicárselo a mi
esposa. Pertenezco a un club, según ella, donde hay más dinero que
cerebro. |
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Jay está dispuesto a comprar cualquier auto valioso siempre que no lo haya poseído otra celebridad.
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Fuente: Revista Mecánica
Popular - Volumen 54 - Marzo 2001 - Número 3 |
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