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Por Jay Leno |
No participo en carreras de autos clásicos. Siempre
me ha divertido la gente rica que piensa que si puedes comprar cierto tipo
de vehículos. necesariamente debes ser un buen corredor de autos.
El que uno tenga la capacidad económica para adquirir algo, lo que
sea, no significa que sea bueno usándolo. Cuando tienes varios automóviles
potentes, no te sientes tan tentado a correrlos como podría creerse.
Por ejemplo, tengo un Dodge Coronet bastante poderoso. Sin embargo, a leguas
se nota que es muy primitivo. Ni siquiera cuenta con un cilindro doble para
los frenos. Ése es el tipo de carros que me gustan.
Mi Packard straight Eight Clipper detiene
el tráfico con su imagen, y es que parece extraído de una
película de la década de los cuarenta. Lo genial es que data
de 1947. lo que significa que aún no había ni dirección
ni frenos de potencia. Aún así. es muy armónico y resulta
un placer manejarlo.
La gente siempre quiere saber cómo
escogí los vehículos que he adquirido. La verdad es que no
tengo predisposición y me quedo con los que me conquistan por su
apariencia, como si se tratara de una chica preciosa. Mi esposa, Mavis,
es muy tolerante con mi pasión. Sabe que a largo plazo es más
barata que otros vicios. Siempre he dicho que la mayoría de los chicos
de Hollywood tienen 53 novias y un auto. En mi caso es al revés,
y mi esposa siempre sabe dónde estoy: en la cochera -y es feliz por
ello. Me parece que en realidad los vehículos no son nuestros, sino
que los estamos cuidando para su siguiente dueño.
Me sorprende que muchos jóvenes
no sepan lo que es manejar un clásico, incluso algunos muchachos
que sí saben de autos y de su historia. Las generaciones pasan y
nadie les enseña sobre esta materia. Una vez, cuando le estaba poniendo
gasolina al Mercer, unos niños me preguntaron de qué año
era. Les dije que de 1913 y no me creyeron porque pensaban que en ese entonces
todavía no existían los automóviles.
No comprendo del todo por qué
me gustan tanto los autos clásicos, pero sé que tienen algo
que no encuentro en los modelos más nuevos. Un día viajaba
a bordo de un Corvette 98 con Steve Earle (el organizador de las Carreras
de Autos Históricos de Montrey) y le pregunté qué pensaba
de ese modelo. Me dijo: "es muy agradable. Pero no es muy cálido.
Todo trabaja de manera hermosa, pero le falta algo". Creo que nunca
he conocido a alguien que refleje de tal forma mis propios pensamientos.
Al conducir mi viejo Jaguar XK120 de
puertas recortadas. puedes ir a 96 kph y sentir que vas a 120 o a 145 kph.
Si quieres, tocas el piso. Si ves una basura en la carretera. puedes elegir
con qué llanta aplastarla. Eso es imposible con los vehículos
modernos, incluso con las motos. Además. a los autos viejos les puedes
agregar caballos de fuerza. Antes. Podías comprar un carro de 100
hp y hacerle modificaciones para incrementarlos a 120 hp. Ahora es imposible.
Vas a una tienda especializada y sólo te ofrecen un sistema de sonido.
rines muy llamativos y chips. Con los autos viejos al menos podías
decidir tu destino.
En mi caso, poseo vehículos
que mucha gente duda que tengan la capacidad de siquiera llevarme a mi destino.
Cuando recoges a alguien en un auto de vapor de hace 90 años. no
se pregunta qué tanto tardaremos en llegar a donde vamos, sino si
llegaremos. Al final se sorprende de que lo hayamos logrado. Eso es lo que
me gusta: que exista la expectación en el sentido de si llegarás
o no a bordo de este tipo de vehículos viejos. Y no que me pregunten
cuál fue la estabilidad de mi carro en una vuelta. |
Fuente: Revista Mecánica Popular - Volumen 54 - Febrero
2001 - Número 2 |
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