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Estás leyendo parte de la revista de Octubre de 1994
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La
rivalidad entre el Chevrolet Camaro y el Ford Mustang no es nada nuevo.
Desde los resultados en competencia en autódromos hasta las conversaciones
amistosas entre dueños, los aficionados de ambos modelos han estado
en guerra constante cuando se elige el mejor de los dos. El purista del
Mustang se va a la tumba convencido de que su modelo favorito es el mejor,
mientras que lo mismo siente el que ama al Camaro y prefiere cerrar los
ojos a algunos desperfectos que el mismo pueda tener. Este artículo
no convencerá a ninguno
de esos dos bandos, pero sí
informa a los indecisos que requieren de una opinión que no sea tan
subjetiva. En el pasado, la potencia del motor era suficiente para determinar
el ganador. Sin embargo, los tiempos cambian, al igual que los autos, al
punto que hoy por hoy no es suficiente contar con el motor más potente
para salir a la delantera en un grupo de autos que reúnan características
similares.
Ese es precisamente el caso cuando
se observan a las nuevas versiones convertibles del Ford Mustang 5.0 y el
Chevrolet Camaro 2-28. Si se limita la comparación a la potencia
bruta de cada motor, el ganador rotundo sería el Camaro, punto. Pero
eso no sería una comparación justa. Es necesario incluir las
prestaciones de cada vehículo y la calidad de su construcción,
al igual que la comodidad y el diseño ergonómico de ambos
para llegar a una conclusión que vaya de acuerdo a las necesidades
del propietario potencial. En la industria automotriz de estos tiempos,
es necesario efectuar este tipo de comparaciones para poder tomar una decisión
de compra que sea de un 50% emoción y de otro 50% razón.
Comencemos con el Ford Mustang Convertible. La creación de la genialidad
de Lee lacocca (eventual líder de Chrysler y hoy en día retirado)
presenta un cambio de estilo de carrocería radical sobre el modelo
que reemplaza. El tema en el nuevo diseño es nostálgico, habiendo
adoptado el grupo de diseñadores del Mustang ciertos elementos de
diseño del muy popular Mustang de la década de los 60. Las
admisiones de aire detrás de las puertas, al igual que la parrilla
delantera son muy parecidas a las del modelo revolucionario del 67, al igual
que las medias lunas en el tablero y la consola, al frente del pasajero
delantero. Es ahí donde termina la similitud. En todos los aspectos,
el nuevo Mustang es superior al modelo que reemplaza. El motor de 5,0 litros
y ocho cilindros es una delicia dada su suavidad y, por supuesto, su potencia.
La calidad de construcción es superior, mientras que los materiales
utilizados en la cabina tienen mejor apariencia. La misma cuenta con espacio
amplio para el conductor y su pasajero delantero, pero los pasajeros del
asiento trasero se verán un poco limitados en espacio. Los asientos
delanteros son bastante cómodos, pero la posición de manejo
es un tanto incómoda, ya que es necesario inclinar el respaldar para
tener una relación cómoda de distancia con los pedales y el
volante. En este aspecto se ven afectadas las personas de alta estatura.
La rigidez estructural del Mustang
Convertible es excelente, habiendo demostrado el chasis y la carrocería
una solidaridad óptima bajo desperfectos del pavimento, en curvas
cerradas y en zigzagueo a alta velocidad.
Ahora, el motor de ocho cilindros y
5 litros, produce 215 caballos de fuerza a 4.000 revoluciones por minuto.
La aceleración es suave a través del rango de revoluciones
del motor, quizás demasiado suave en un modelo deportivo de este
tipo, donde la brutalidad del motor sigue siendo el factor primordial a
la hora de la compra. El sonido que el motor emana no refleja la potencia
que produce. ¿A qué grupo de gente habrá Ford entrevistado
a la hora de decidir el sonido que el motor iba a emitir?
La suspensión es típica
de los autos deportivos, es decir, sólida y rígida, pero que
al mismo tiempo imparte la sensación de control necesaria en estos
modelos. La carrocería no exhibió ruidos como productos de
dicha rigidez. El clavado bajo frenado brusco es moderado, mientras que
los frenos cuentan con un pedal que de verdad transmite lo que está
sucediendo entre los neumáticos y el pavimento.
El nuevo Mustang trata de ser dos cosas
al mismo tiempo. Por un lado, trata con su nuevo estilo de carrocería
de atraer al grupo femenino de compradores de autos. Y, ¿Por qué
no? Después de todo, las mujeres representan un alto porcentaje de
los compradores de autos, especialmente los deportivos. Por otra parte,
con sus nuevos modales más refinados el Mustang pierde un poco el
atractivo que lo colocaba clase aparte en su categoría. Un tanto
menos de refinamiento en el motor, específicamente el sonido y la
excesiva suavidad de los cambios de la transmisión automática,
hubiese sido suficiente para no espantar a los puritanos de este famoso
e histórico modelo.
El Chevrolet Camaro Convertible, por
su parte, le recuerda al conductor lo que se encuentra debajo del capó
y la razón primordial por la que el dueño adquirió
este modelo: el dulce sonido de un motor de ocho cilindros colocado encima
de un chasis liviano cubierto por un estilo de carrocería moderno
y estilizado. Si el Mustang se civilizó, el Camaro se vistió
con atuendos más elegantes. El motor de ocho cilindros es más
potente que el del Mustang. Sin embargo, el sonido es digno de los ocho
cilindros que tiene, con fuerza y autoridad. Si bien esto resulta en una
cabina más ruidosa que la del Mustang, al comprador potencial no
le molesta mucho ese tipo de sonido. Sería como silenciar el sonido
del motor de un Porsche 911 para atraer a un mayor número de compradores
que buscan el silencio en sus autos. Si eso es lo que buscan, entonces harían
bien en buscar otro modelo.
El Camaro convertible es más grande que el Mustang, en gran parte
dado el volado que existe hacia afuera de ambos ejes, especialmente en el
delantero, donde la carrocería termina en punta afilada de lápiz.
La calidad de la cabina, sin embargo, noestáa la par con la del Mustang,
ni tampoco ala par con los modelos japoneses en la misma categoría.
Era visible, por ejemplo, un arnés de cables eléctricos en
el espacio del pasajero delantero en el área dedicada a las piernas
del pasajero delantero. También se percibían sonidos de roce
metálico al pasar por desperfectos en el pavimento, advertencia de
que al pasar el tiempo esos sonidos aumentarán, sin lugar a dudas.
En un último modelo, donde el control de calidad y el terminado impecable
es imprescindible para atraer a nuevos compradores, ésos son detalles
que deberían haber sido corregidos antes de haber entregado el auto
tanto a la prensa como a los concesionarios. Por otra parte, el diseño
interior es, al igual que el del Mustang, mucho más elegante del
que reemplaza. La consola cuenta con un plástico de alta calidad
y los indicadores de la pizarra son muy visibles, al igual que la luz que
los ilumina por la noche. El espacio interior es típico de los deportivos
de dos puertas, con los asientos traseros aceptables, pero incómodos
en viajes de larga distancia. La posición del conductor detrás
del volante es cómoda, con mejor relación de distancia del
volante a las manos y de los pedales a los pies que en el Mustang, haciéndolo
así más conveniente para personas altas.
A la hora de la compra de uno de estos
dos modelos, los factores que influyen en la selección de uno de
estos dos convertibles son la apariencia y la diversión detrás
del volante, que a su vez incluye la potencia del motor. En apariencia,
el gusto personal influye mucho, de manera que sólo basta decir que
el Camaro nos pareció mejor diseñado con el techo retraído.
El Mustang se perjudica con su apariencia frontal angosta, de manera que
cuando se levanta el techo, luce demasiado elevado del pavimento, quitándole
un poco de agresividad, elemento necesario en este tipo de autos. Cabe comentar
que el Camaro Convertible ganó la competencia de miradas por parte
de otras personas en otros autos, con un gran margen de victoria. En el
factor diversión, ambos autos son una delicia para conducir y tomar
curvas a altas velocidades, el Camaro quizás exhibiendo más
estabilidad, o sensación de ella, que el Mustang. Pero a paridad
de condiciones, el Camaro, con mayor potencia debajo del capó y un
sonido exótico que emana del tubo de escape, sale a la delantera
ante nuestros ojos. Obviamente, tomando en cuenta los dos factores que componen
el 100% de la decisión a la hora de comprar un vehículo, se
pueden concluir dos cosas: el Mustang convertible, con su buenos modales
en la carretera y silencioso motor conectado a una suave caja automática
de cambios, es verdaderamente un modelo muy mejorado, uno que sin duda atraerá
aun grupo de compradores que quizás no hubiesen considerado al Mustang
hace un año, precisamente dada su falta de refinamiento. Con este
nuevo modelo, no hay duda que el Mustang formará parte de la lista
entre esos nuevos prospectos y puntos, que los puristas mencionados al principio
del artículo, perderán en cualquier conversación con
los contri cantes del Camaro. La otra decisión, aquella emocional,
apunta hacia el Camaro, no porque el Mustang sea inferior, sino porque el
Chevrolet tiene un atractivo animal del que carece el Mustang. El , sonido
exótico del motor, el diseño futurista de la carrocería
y la cómoda posición de manejo lo hace difícil de resistir
una vez que se conduce. En fin, el que busca potencia civilizada, combinada
con la facilidad de maniobrar la más pequeña carrocería
del Mustang, se encontrará más cómodo en el convertible
de la Ford; mientras que la .persona que pide de un automóvil la
fuerza bruta y la emoción que la misma produce al pisar el acelelador
(la diferencia es aparente en estos dos modelos), preferirá el Camaro.
En estas oficinas, reina la ley del más fuerte. |
Fuente: Revista Mecánica Popular - Volumen 47 - Octubre
1994 - Número 10 |
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