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Estás leyendo parte de la revista de Abril de 1994
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¿Se justifica el costo de un automóvil? |
Por Giorgio Cerboncini |
¿Se acuerda cuando compró ese auto que tiene estacionado
delante de su casa? Qué bello lucía hace cinco años,
con el color de la carrocería tan brillante que hasta su esposa se
podía maquillar mirándose en ella si así lo deseaba.
Hoy día, sin embargo, el brillo que le queda no es suficiente ni
para reflejar los rayos del sol, los cuales son responsables por la apariencia
del auto. El olor a nuevo del interior se reemplazó con el aroma
típico de los autos que descansan bajo el sol por cantidades de horas
todos los años. Así
que ahora es el momento para cambiar al malo conocido por el bueno por conocer.
Llega al concesionario de autos y observa a los últimos modelos luciendo
como si fuera el día más importante de sus vidas. Le golpea
los neumáticos sin saber con qué propósito y le aplica
presión a la parte trasera del auto para probar los amortiguadores.
Le da la vuelta y lo observa de mil y un ángulos diferentes. Abre
las puertas y comprueba que el interior tiene ese olor a nuevo. La consola
y los controles son bellos, justo lo que busca, y el espacio es suficiente
para acomodar al nuevo miembro de la familia que se incorporó después
de haber comprado ése que ahora quiere cambiar. Pero cuando llega
la hora de mirar el precio de venta, el asombro por la apariencia del auto
se convierte en la perpeplejidad de lo imposible. ¿Cómo puede
ser que un auto de la misma clase o segmento cueste miles de dólares
más cinco años después? Después de todo, los
autos de ahora son básicamente los mismos de hace cinco años,
¿cierto? Falso.
¿Se justifica el precio? Como
ejemplos típicos de esos cambios se encuentran modelos como el Supra
de Toyota. Hace cinco años, el precio no se elevaba sobre los US$20.000.
Ahora en 1994, el precio de venta no es inferior a los US$30.000: un 50%
más caro. El Corolla de Toyota en 1994 tiene un precio de venta aproximado
de US$13.000, comparado con los US$9.000 que se pagaban por el mismo auto
hace cinco años Con
la cantidad tan variada de automóviles disponibles en el mercado
hoy en día, la decisión de compra de uno de ellos se convierte,
por lo general, en un juego de adivinanzas. Con suerte, si no se es conocedor
de los modelos disponibles, adquiera un modelo de precio moderado cuyo estilo
vaya más o menos mano a mano con lo que deseaba en un principio.
El gran dilema, sin embargo, se encuentra a la hora de observar el precio
de venta. El precio promedio de los automóviles ha aumentado rápidamente
en los últimos 10 años, al punto que aquel Toyota Corolla
que hace una década costaba unos US$5.000, hoy día no se adquiere
por menos de casi el doble.
¿Por qué han subido los precios de los autos de tal forma?
En parte se culpa a los compradores, los que cada año exigen más
y más de sus autos. En fin, quieren la mayor cantidad de auto por
su dinero, y con toda razón. Los fabricantes de autos, observando
esas exigencias, se ven obligados a satisfacer a sus compradores, o de otra
forma pierden a ese cliente potencial. Esto, claramente, crea un círculo
cerrado debido a que el resto de la industria, para no quedar atrás
en los avances exigidos por el conductor, trata de mejorar sus vehículos
para así hacerlos atractivos ante los ojos del individuo. Y así
sucesivamente hasta llegar a 1994.
¿Se justifican los precios en la actualidad? A primera vista no se
pueden percibir las mejoras y cambios efectuados en ellos. Para ofrecer
un poco de información en lo que conlleva fabricar un automóvil
en la actualidad, Ford Motor Company extendió una invitación
para presenciar la inauguración de su nuevo centro de ingeniería
avanzada, que entre otras cosas, hace posible, a través de tecnología
especializada, la reducción del ruido y la vibración, la ausencia
de los cuales hacen del dueño una persona satisfecha. Este centro,
localizado en la ciudad de Dearborn del estado de Michigan en los Estados
Unidos, asegura que el producto final que sale de la ensambladora en forma
de auto sea lo más parecido posible a las preferencias de los grupos
de compradores entrevistados (aquéllos que los estudios demográficos
los identificaron como dueños potenciales de cierto modelo) con respecto
al segmento donde dicho vehículo compite.
Este centro puede alterar, por ejemplo, el sonido del motor según
las preferencias de las personas que ellos consideran serán los compradores
del modelo en particular. Eso es solamente una delas cualidades de este
centro. Recordemos que hace diez años atrás, nada de esta
tecnología se aplicaba tan fuertemente como se aplica en la década
de los 90. Los sistemas del acondicionador de aire son sometidos a varias
pruebas para determinar, entre otras cosas, el flujo óptimo del aire,
lo que a su vez mejora la eficiencia del sistema. Ese resultado se logra
a través de la proyección de rayos láser dentro de
la cabina del auto en un cuarto oscuro y repleto de equipo electrónico
muy sofisticado, específicamente programado para un objetivo especial,
en este caso para proporcionar la mayor comodidad posible al conductor en
días calurosos y fríos.
La vibración de las carrocerías, un punto que separa a los
autos de mayor precio de los económicos, es otro factor que se ha
mejorado en relación a los mismos modelos de hace diez años.
Sin embargo, el propietario puede que no perciba este cambio, pero sí
el aumento de precio que conllevó esta tecnología. Existen
en este centro de la Ford sensores especiales que detectan el punto central
del origen de la vibración y, a través de software especializado
de análisis, encuentra una forma de diseñar la pieza bajo
prueba de manera que reduzca su vibración bajo un número de
condiciones que imitan a la realidad con las que el auto se encuentra cuando
sale de la fábrica.
Todo esto tiene su precio. Ford, por
un lado, tiene que incurrir en inversiones de miles de millones de dólares
para poder presentar al mercado automotriz autos dignos de la confianza
del comprador potencial. Esos gastos, como es lógico se calculan
dentro del precio final de venta del auto cuando se exhibe en el concesionario,
lo que causa expresiones de asombro.
Pero no sólo se han mejorado las fases obvias, como las mencionadas
con anterioridad. También se trabaja arduamente en el diseño
de las piezas que componen, por ejemplo, el sistema de suspensión.
Según las especificaciones técnicas de los ingenieros, los
diseñadores de las piezas mecánicas buscan la mejor combinación
de aerodinámica y fortaleza, teniendo esto como resultado mayor economía
en el consumo de combustible sin sacrificar la durabilidad estructural de
los componentes mecánicos.
La percepción errónea
de la fortaleza estructural de las carrocería y los chasis sobre
los cuales están instaladas es otro factor que contribuye a la realidad
de los precios de los autos de hoy en día. ¿Cuántas
veces se escucha a la gente comentar, al observar un accidente de tránsito
que envuelve a dos autos relativamente nuevos, que los autos viejos, por
así llamar a los modelos que no tenían puntos de absorción
de impacto, resistían los impactos de mejor forma y por ende estaban
mejor fabricados? Pues sucede que en esos autos viejos el impacto lo absorbían
el conductor y los pasajeros del vehículo, mientras que en los nuevos
modelos, donde el capó después de un accidente aparenta ser
un acordeón, el impacto lo absorbió precisamente ese pedazo
de metal destruido, quizás salvándole la vida a más
de una persona envuelta en el accidente. Es cierto que a la hora de repararlo
el precio será elevado, pero dudo que exista gente que prefiera pagar
con la vida de una persona en un accidente. Esta tecnología de absorción
de impacto fue implementada por primera vez por Mercedes Benz y en estos
últimos diez años se ha proliferado hasta los modelos de menor
precio en el mercado. La realidad del tamaño de un auto, siendo directamente
proporcional a la cantidad de heridas sufridas por un pasajero, continúa
siendo válida. Mientras más espacio exista entre el punto
de impacto y el pasajero, más oportunidad tendrá este último
en salir ileso de un accidente. Lo ayuda también las relativamente
nuevas bolsas de aire, las cuales se activan electrónicamente al
momento de impacto frontal, protegiendo el conductor y, en algunos casos,
al pasajero delantero también. De nuevo, todas estas cualidades tienen
su precio, pero el resultado final continúa igual: el beneficiado
siempre será el propietario del auto y su familia. ¿Quién
no prefiere pagar un poco más de dinero por características
como las bolsas de aire? Después de todo, la vida no se mide según
el dinero que se ahorra.
Si, los precios de los automóviles
han aumentado. De la misma manera, ha aumentado el costo de la vida en todos
sus aspectos. En el caso de la industria automotriz, el aumento está
más que justificado. La cantidad de equipo que le proporciona al
conductor y sus pasajeros seguridad y mayor satisfacción de ser propietario
de ese vehículo en particular (sea un Taurus de la Ford o un SE400
de la Lexus) es suficiente para entender la estructura de precios de esta
industria. Los avances en el diseño ergonómico de los interiores
de estos autos también toma dinero para estudios de la mejor manera
de diseñar una consola, o la posición ideal de los botones
de las luces. En la parte de la carrocería, los ciclos de los nuevos
productos solamente duran tres años, cuatro a lo máximo, lo
que implica desarrollo de nuevos estilos de carrocería, obligando
a los fabricantes a invertir inmensas sumas de dinero en nuevos productos.
Todo esto, por supuesto, deriva de las demandas del cliente. De manera que
el argumento que indica que las compañías automotrices empujan
el producto a los concesionarios es falso. Como caso típico se encuentran
los fabricantes japoneses de autos. La razón primordial por la que
ellos han tenido éxito reside en la habilidad de los orientales de
determinar, a través de cuidadosos estudios de mercado, las preferencias
de los compradores potenciales acerca de lo que para ellos representa el
automóvil ideal. De esa forma, el producto no viene derivado de la
capacidad de producción que cierta fábrica pueda tener para
ensamblar un modelo aun precio determinado,
sino más bien de la capacidad de ajuste que esa misma fábrica
tenga para cambiar en conjunción con las preferencias y tendencias
de mercado dictadas por el exigente consumidor aun precio dictado por el
costo que esas preferencias demanda. El nuevo centro de la Ford es un paso
hacia esa filosofía de construcción. El resultado ya se ve
en los mejorados productos de este fabricante y también en el aumento
de sus ventas a nivel mundial. |
Fuente: Revista Mecánica Popular - Volumen 47 - Abril
1994 - Número 4 |
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